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Aman siempre los puestos que tuvieron.
Cuatro reyes, mirad, que reverendos,
Barbas partidas y bigotes sendos,
Y cuatro reynas que en sus manos levan
Ramos de hermosas flores, bello emblema
De su poder suave, y se le agregan
Cuatro sotas de trages revestidos
De la guardia fiel, gente de flema,
De gorra y capa y alabarda en mano,
Que eran luego seguidos
De un escuadron de tropa muy brillante,
Vestido en terciopelo muy ufano,
Preparado al combate en el instante.
Mueven la guerra fieros matadores
Con la tez de moriscos atezados;
La Espadilla, señor de los señores,
Dos triunfos cautivó, barre la mesa;
Mas, el moro Malilla, con gran priesa,
A muchos moros deja mal parados
Sobre del verde campo; el moro Basto
Le sigue, mas, con suerte muy contraria,
Un triunfo solo gana y muy plebeyo;
Con ancho sable y con la barba cana
Y apariencia de gefe, en veste varia,
De espadas aparece el rey anciano;
La pierna avanza, y al combate invita
A los rebeldes, que el furor incita,
Y el resto cubre con su rojo manto.
Ya la rebelde sota, que se atreve
Su principe á invadir infiel y aleve,
Victima fué de su legal castigo
Del real poderio su enemigo.
Aun de bastos la sota poderosa,
A los reyes y reinas ominosa,