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Y la repeticion resuena fino
El eco generoso y argentino.
Belinda estaba en su cogin mullido;
El sylpho1, su guardian, sabio y prudente,
Prolongaba el balsámico reposo;
Y al silencioso lecho cuidadoso
Ordenó que mandase blandamente
El matutino sueño, que volaba
Y la rociada frente rodeaba
Un jóven mas brillante que en su dia
Un Dandy petimetre estar podia
(Que aun en sueño colora sus mejillas)
Con sus labios de miel hablar se oia,
Y la dice ó decirle parecia.
»¡O tú de los mortales la mas bella:
Distinguido cuidado
De habitadores mil del azulado
Cielo! si alguna vez la suave huella
De nocturna vision tu infantil alma
Turbó la dulce calma,
De las que tu nodriza te contara
O el cura te enseñara,
De aéreos duendes que en la sombra oscura
Deja la luna ver con su luz pura
Con la plateada marca ó verde cerco,
O de vírgenes castas visitadas
Y por ángeles santos obsequiadas
Con guirnaldas y flóridas coronas:
Escucha y cree! Tu importancia sabe,
Que en terrena estrechez mirar no cabe
Hay verdades sagradas,
Del orgullo de sabios reservadas,
Que los niños y niñas solo entienden;
Que los doctos no creen ni defienden;