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¡Y no me ha dicho usted esto antes!

—No me ha dejado usted tiempo de decirlo.

— ¡Pero es monstruoso! ¡Su conducta es inexplicable! ¡Estariamos en libertad desde hace seis días!

Hubiese ido en seguida a él; le hubiese dicho nuestras relaciones.

—¡Y él le hubiese pedido a usted doscientos o trescientos mil francos! Lo mejor es no decirle absolutamente nada. Pague usted su rescate; obtenga usted un recibo, y quince días después enviele una cuenta corriente con este capitulo:

«Item, 100.000 francos entregados personalmente por la señora Simons mediante recibo.» De esta manera recobrará usted su dinero sin auxilio de la gendarmeria. ¿Está claro?

Levante los ojos y vi la linda sonrisa de Mary—Ann radiante de reconocimiento. La señora Simons movia furiosamente los hombros y no parecia conmovida más que de despecho.

—Verdaderamente—me dijo, es usted un hombre sorprendente. ¡Ha venido usted a proponernos una evasión acrobática cuando teniamos un medio tan sencillo de escaparnos! ¡Y usted sabe eso desde el miércoles por la mañana! No le perdonaré nunca que no nos lo haya dicho el primer dia.

—Pero, señora, hágame el favor recordar mis indicaciones para que le escribiese a su señor hermano y le pidiese ciento quince mil francos.

—¿Por qué ciento quince mil?

—Quiero decir cien mil.

—No; ciento quince. Es muy justo. ¿Está usted