Página:El rey de las montañas (1919).pdf/119

Esta página no ha sido corregida
115
 

rado usted como hombre a quien se quiere ver colgado.

— Puesto que usted me invita a la franqueza, le confieso que he tenido un impulso de mal humor.

Me ha pedido usted un rescate absurdo. Que exija usted cien mil francos a estas señoras, que los tienen, es cosa natural y que entra en su oficio; pero que me exija usted quince mil francos a mi, que no tengo nada, es lo que no admitiré nunca.

—Sin embargo, nada más sencillo. Todos los extranjeros que vienen a nuestro país son ricos, porque el viaje cuesta caro. Usted pretende que no viaja a st costa; lo creeré, Pero los que le han enviado aquí le dan por lo menos tres o cuatro mil francos al año. Si hacen este gasto, será con su cuenta y razón, pues no se hace nada inútilmente. Usted representa, pues, a sus ojos un capital de sesenta a ochenta mil francos. Por lo tanto, al rescatarle por quince mil, ganan.

— Pero el establecimiento que me paga no tiene capital; no tiene más que rentas. El presupuesto del Jardin de Plintas es votado todos los años por el Senado; sus recursos son reducidos; nunca se ha previsto un ceso semejante; no sé cómo explicarle...

Usted no 7 uede comprender...

—Y aun cuando comprendiese—replicó con un tono allivo—, ¿eree usted que me retractaria de lo dicho? Mis palabras son leyes; si quiero que sean respetadas, no debo violarlas yo mismo. Tengo e czecho a ser injusto; pero no a ser débil, Mis injusticias no perjudican que a los demás; una debi-