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LEOPOLDO LUGONES

excita las indignaciones de la gente delicada. Así se comprende cómo entre los habitantes de una misma ciudad pueden mediar abismos pasionales y psicológicos. En semejantes medios no se concibe otra reacción viril que el odio, otra reivindicación que el despojo violento.

Las clases gobernantes mantienen en ellos el orden a la fuerza, la moral del terror, pero no la justicia. De esto no pueden jactarse el absolutismo ni la democracia. Y mientras la sociedad siga prosperando sobre estos fondos de miseria, de barbarie, de contaminación, de lodo humano, en una palabra, su solidez será muy discutible. Por otra parte, esas basuras son combustible de volcán. Un día fomentan y estallan. Y contra toda lógica, contra toda conclusión filosófica o científica, descúbrese que, en esas ciegas reacciones está el único progreso positivo de la humanidad. La evolución es siempre un movimiento circular. Sólo la revolución avanza o retrocede, porque es un desplazamiento de los centros normales que determinan la actividad evolutiva, conservadora de suyo. Las revoluciones son buenas y malas, como todo en este mundo; pero el bien de