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EL PROBLEMA FEMINISTA

humanidad, quien tiene la culpa. A él acuden juntamente el sabio en su vigilia, y en su vagancia el insecto. Sólo que uno saca provecho de su luz, mientras el otro se tuesta aturdidamente en ella.

Hay dos modos de conocer París. Uno que comienza a las once de la noche, tomando por hito las aspas del Moulin Rouge, para rematar a las siete de la mañana el peregrino, ahíto de explotación desvergonzada, de lubricidad grosera, de vergüenza ante su propia estupidez, de tango, de champagne caro y mediocre; otro que empieza a las ocho de la mañana, constituyendo la jornada habitual de todo hombre laborioso. Añadiré que es este el de los grandes y profundos encantos. En París y en todas partes, no hay compañero como el sol.

Mientras tanto es deplorable que en todos estos escándalos ruidosos figura la clientela argentina como elemento indispensable. La crónica mencionaba singularmente a los individuos de nuestra nacionalidad en el cortejo de la damisela suicida. Esto nos pondrá de moda, pero a costa de nuestro buen nombre, más apreciable, sin duda, que la notoriedad. Basta y sobra con el tango, cuyo carácter y procedencia