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EL PROBLEMA FEMINISTA

En esto consiste el peligro profundo del vicio amnistiado ayer, glorificado ahora. Imposible, entretanto, capitular con el vicio; no porque Dios o las conveniencias sociales lo manden, sino porque aquél, como todo abuso de la vida, atenta contra la vida misma. En este concepto inconmovible y verdaderamente humano de la moral, concílianse todas las opiniones. El vicio es malo, no en virtud de mandamientos divinos y de las leyes humanas, sino porque sacrifica a una actividad parcial de la vida toda esta compleja función, engendrando con el exceso de placeres materiales, enfermedad, miseria, ruina, embrutecimiento, cobardía, esterilidad.

A causa de que la moral no significaba eso, siendo una expresión despótica del dogma de obediencia, sólo había de producir inmoralidad. Y és lo que pasa. Conforme a un símil famoso, esas mismas damiselas son en su brillante frivolidad, en su vagabundo casquivano, de apariencia despreciable o baladí, las moscas azules, a gentes de disolución cadavérica. Van por doquier, infestándolo todo. Las mujeres honradas entran a competir con ellas; el teatro y la literatura revisten de especiosa alcorza sus excesos. Esto nada significa