y cualquier persona inteligente sabrá hacerlo, por lo demás, si le interesa. Unicamente quiero advertir que para mí esos derechos no son, como suele afirmarse, una compensación del servicio militar. El hombre es el eterno combatiente de la libertad y de la justicia, y por ello el organizador de ese combate. En esto consisten sus derechos y para esto son. A la mujer incumbe custodiar y convertir en bien privado la justicia y la libertad que ha conseguido el hombre.
No extrañe el lector si en vez de una crónica sobre el feminismo y sobre las memorias de las princesas he preferido hacerle la filosofía del asunto. Aquéllo érame más fácil; pero entiendo que esto resulta más útil. El escándalo no interesa a ningún espíritu recto; y tanto esas memorias de damas aristocráticas como las ridículas comparsas de "suffragettes", son escándalo liso y llano. Eso es lo que hace ruido, lo que se oye y puede parecer por lo mismo fruto de porvenir. Error profundo. Allá en el silencio de sus hogares, millones de madres silenciosas y fecundas como la tierra útil, son las verdaderas autoras del porvenir que aseguran prolongando la vida. Ellas no hacen ruido, ni teorías, pero ha-