mentaciones, diagnósticos y remedios que en el siglo XVIII. Son, efectivamente, aquellos dos países donde la mujer es más dueña y está más orgullosa de su personalidad, los que presentan la natalidad más pobre: Francia y los Estados Unidos.
Observamos, entretanto, como su útil recapitulación, que el feminismo ha preludiado y acompañado siempre a las crisis sangrientas con que acaban las civilizaciones. Así en la civilización griega, en la romana, en la feudal de la primera edad media, en la comunal que la sucedió, en la monárquica finalizada con la Revolución Francesa. La ley es constante, como se ve, para el mundo greco latino, y se repite con progresiva frecuencia, porque la aceleración de los ciclos históricos es una consecuencia del progreso general. Así nuestra sociedad vuelve a encontrarse en el mismo estado que la sociedad de la Revolución.
Esa constancia del fenómeno, es significativa y comporta una prueba de suyo, hasta que la contraprueba la convierta en demostración.
Los éxitos de la civilización que los pueblos disfrutan en la prosperidad y en la paz de las ideas, coinciden a su vez con el