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EL PRINCIPE

fácilmente, y aun prevendrá, absteniéndose de todo lo que pueda hacerle odioso o despreciable, como ya llevo dicho. Además que pocas vezes o nunca se conspira sinó contra aquellos príncipes cuya ruina y muerte fueran agradables al pueblo; sin lo cual se espondría cualquiera a todos los peligros que llevan consigo semejantes proyectos.

La historia está llena de conjuraciones; pero ¿de cuántas se cuenta que hayan tenido un éxito feliz? Nunca conspira uno solo; y aquellos que se asocian en los peligros de la empresa, son descontentos, que, llevados muchas veces de la esperanza de una buena recompensa por parte del mismo de quien es tán quejosos, denuncian a los conjurados, y así hacen abortar sus designios. Los que por necesidad hay que agregar a la conjuracion, se encuentran perplejos entre la tentacion de una ganancia considerable y el miedo de un gran peligro; de manera que, para encontrar uno digno de que se le confie el secreto, es preciso buscarle entre los amigos mas íntimos de los conjurados, o entre los enemigos irreconciliables del príncipe.

Reduciendo la cuestion a términos mas sencillos, digo que por parte de los conjurados no hay mas que miedo, recelos y sospechas, al paso que el príncipe tiene en su favor la fuerza, el esplendor y majestad del gobierno, las leyes, el uso y sus amigos particulares, dejando aparte el afecto que el pueblo profesa naturalmente a los que le mandan; de suerte que los conjurados, antes y despues de la ejecucion de sus designios, tienen mucho que temer, pues que, estando el pueblo contra ellos, no les quedaría recurso alguno. Pudiera presentar en prueba de lo que digo cien hechos diferentes, recojidos por los historiadores; pero me contentaré con uno solo, del cual ha sido testigo la jeneracion pasada.

Aníbal Bentivoglio, abuelo del de hoy dia, y príncipe de Bolonia, fué muerto por los Cannechi [1] de resultas de una conspiracion; de manera que no quedó de esta familia mas que Juan Bentivoglio, que aun estaba en mantillas. Sublevóse el pueblo contra los conjurados, y degolló toda la familia de los matadores; y para manifestar todavía mas su afecto a los Bentivoglios, no habiendo ninguno que pudiese ocupar el puesto de Aníbal, reclamaron del gobierno de Florencia un hijo natural del príncipe cuya muerte acababan de vengar, el cual vivía en aquella ciudad agregado a un artesano que pasaba por padre suyo, y le confiaron la direccion de los negocios hasta que Juan Bentivoglio tuvo edad para gobernar.

Poco, pues, tiene que temer el príncipe las conjuraciones si su pueblo le quiere; y tampoco le queda ningun, recurso faltándole este apoyo. Por lo cual una de las máximas mas importantes para todo príncipe prudente y entendido es contentar al pueblo, y contemplar a los grandes sin exasperarlos con demasías.

La Francia ocupa un lugar distinguido entre los estados bien gobernados. La institucion de los parlamentos, cuyo objeto es atender a la seguridad del gobierno y a la conservacion de los fueros de los particulares, es sapientísima. Conociendo sus autores por una parte la ambicion e insolencia de la nobleza,

y por otra los escesos a que contra ella pudiera arrojarse el pueblo, trataron de encontrar un medio apropiado para contener a unos y a otros independientemente del rey; quien no pudiera por lo mismo tomar partido por el pueblo sin descontentar a los grandes, ni favorecer a estos sin granjearse el aborrecimiento del pueblo. Para este efecto instituyeron una autoridad especial que pudiese sin la intervencion del rey enfrenar el orgullo de los nobles, y al mismo tiempo protejer a las clases inferiores del estado; medio ciertamente muy

  1. Familia rival de los Bentivoglio» , en el año de 1445.