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EL PRINCIPE

Pero estas lijeras aclaraciones no me satisfacen; debo combatir a Maquiavelo detalladamente, a fin de que los que piensan como él no se valgan de subterfujios, ni puedan poner a cubierto su osada perversidad.

César Borja fundó el edificio de su propia fortuna sobre la ruina de los príncipes de Italia. Sembrar la discordia entre sus vecinos para debilitarlos, y poder luego impunemente usurparles todos sus bienes; tal era su lójica, tal es la lójica de los malvados. Necesitaba un aliado poderoso que sancionase sus demasías: fue pues, preciso que el papa Alejandro VI sancionase por su parte el monstruoso matrimonio de Luis XII con Ana de Bretaña, para que el rey de Francia consintiera en ser aliado de César Borja. De este modo han obrado siempre los que, debiendo dar ejemplo a los demas, han sacrificado los intereses de la relijion a los intereses personales. Si el primer matrimonio de Luis XII carecía de algun indispensable requisito de lejitimidad, el papa hubiera debido impedir su celebracion, hasta donde alcanzase su poder; y si, por el contrario, era válido, nunca debió el Pontífice Romano consentir que se anulase.

Para hacerse partidarios, Borja sobornó con ricos presentes a los amigos y vasallos de la casa de Urbino: no se lo imputemos a crimen, ya que el soborno suele a vezes disfrazarse con máscara de esplendidez o beneficencia; pero su intencion era deshacerse de algunos príncipes de aquella casa ducal, de Vitelozzo, de Oliveroto de Fermo y otros; y con este objeto, dice Maquiavelo que tuvo Borja la prudencia de atraerlos a la ciudad de Sinigaglia, donde fueron alevosamente asesinados por órden suya. Abusar de la buena fe de los hombres, emplear infames astucias, el dolo, la traicion, el perjurio y el asesinato, he aquí a lo que llama prudencia el doctor de la perversidad. Y yo pregunto: ¿es prudente enseñar a los hombres a ser perjuros y a engañarse unos a otros? ¿Qué garantías podrá tener de la fidelidad de sus amigos o familiares quién así se mofa de la buena fe, y quebranta por sistema sus juramentos? El que da ejemplos de traicion a los demás debe vivir en guardia contra los traidores; y el que da lecciones de asesinato tema que algun dia le alcanze el puñal de sus discípulos.

Para hacer cesar las turbulencias que él mismo escitaba con su tiranía, Borja nombró gobernador de la Romanía al feroz Orco: vióse entonces al mas violento de los usurpadores, al mas falso de los perjuros, al mas bárbaro de los asesinos y envenenadores, ensañarse contra algunos rateros y jóvenes turbulentos, castigándolos con inhumanos suplicios por querer copiar en miniatura los enormes vicios de su tirano. Ejemplos muy distintos de consecuencia y de nobleza ha dado a sus súbditos el último rey de Polonia [1], cuya muerte ha promovido tantas disensiones en Europa. La ley sajona condenaba al adúltero a ser decapitado: ley bárbara, cuyo oríjen no examinaré, pero que parece mas conforme al carácter zeloso de los italianos que al moderado y paciente de los alemanes. Un desgraciado que delinquió fue sentenciado con arreglo a ella; pero Augusto, que debía firmar la sentencia, era demasiado sensible a los halagos del amor y a la voz de la humanidad. Su respuesta fue perdonar al criminal, y abolir al mismo tiempo una ley que a él mismo condenaba. Esta es la conducta de un hombre sensible y humano; pero César Borja castigaba como castigan los tiranos: con inhumana ferozidad.

Orco era acreedor cuando menos a la gratitud de su príncipe, cuyos designios había secundado con tanta prontitud como sumision; pero Borja, creyendo que podría atraerse las simpatías de sus maltratados súbditos, lo hizo descuartizar, para dar a entender que destruía para siempre el instrumento de su propia barbarie. Nunca es mas refinada la tiranía que cuando el tirano

  1. Federico Augusto II: murió en 1733.