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EL PRINCIPE

de los Orsinis, los Colonnas y sus partidarios, con quienes no podía contar, porque temian el engrandecimiento del papa.

Era indispensable, pues, destruir este órden de cosas y trastornar los estados de la Italia para apoderarse de la soberanía de una parte; lo que no fué difícil. Los Venecianos habían resuelto por otros motivos llamar a los Franceses a Italia; proyecto a que no se opuso el papa, antes bien lo favoreció, prestándose a anular el primer matrimonio de Luis XII. Entra, pues, este rey en Italia, ayudado por los Venecianos y con el consentimiento de Alejandro; pero, apenas había llegado a Milan, consiguió el papa que le diese tropas para apoderarse de la Romania, y así se hizo dueño de ella a favor de la reputacion de las armas del rey su aliado.

Habiendo el duque adquirido por este medio la Romanía y abatido a los Colonnas, quería a un tiempo conservar su principado y aumentarlo; pero no tenía confianza en las tropas de los Orsinis de que se había servido, ni estaba muy seguro de la voluntad de la Francia; por lo que temía que las fuerzas le faltasen al mejor tiempo, y que no solo le estorbaran para llevar adelante sus proyectos de engrandecimiento, sinó que le quitasen tambien lo que tenía conquistado.

Los mismos recelos le inspiraba la Francia que los Orsinis: estos le dieron una prueba del poco caudal que debía hacer de ellos, cuando, despues de la toma de Faenza, atacó a Bolonia, y vió que se portaron con flojedad; y en cuanto a la primera, pudo juzgar de sus intenciones el duque, cuando, ya tomado el ducado de Urbino, hizo una invasion en Toscana, de la que el rey le obligó a desistir. Puesto en esta situacion, resolvió el duque que no obraría en adelante con dependencia de la fortuna o de las armas de otro.

Comenzó su empresa debilitando el partido de los Orsinis y de los Colonnas en Roma, y atrayendo al suyo todos los nobles unidos a estas dos casas, cuya voluntad iba ganando, ya con dinero, ya con la provision de gobiernos y empleos, segun la clase de cada uno; de forma que en pocos meses se les entibió la devocion que tenían a los primeros, y se la consagraron enteramente al duque. Ya que con mucha facilidad y destreza había dispersado a los Colonnas y atraídolos a sí, aguardó ocasion oportuna para perder a los Orsinis. Mas, conociendo estos, aunque algo tarde, que el poder del duque y el de la Iglesia producirían su ruina, celebraron una dieta en Majiona del Perusino, de la cual resultaron luego la rebelion de Urbino, los alborotos de la Romania y peligros innumerables que corrió la persona del duque, y de que se libró con el ausilio de los Franceses. Con todo eso no quiso volverse a fiar de ella ni de ninguna otra fuerza estranjera, luego que pudo dar cierta consistencia a sus negocios: a fin de no arriesgar nada en adelante, empleó únicamente la astucia; y de tal manera supo disimular sus intenciones, que los Orsinis llegaron a reconciliarse con él por la mediacion del señor Paolo. No hubo obsequio que no prodigara para ganarlos; les regalaba vestidos ricos, dinero, caballos, y ellos fueron tan simples que se dejaron engañar hasta venir a caer en sus manos en Sinigaglia. Quedando, pues, esterminados los jefes de esta familia, y luego reducidos a buena amistad sus mismos partidarios, el duque fijó su poder sobre cimientos mas sólidos, porque, no solo poseía ya toda la Romania y el ducado de Urbino, sinó que de tal modo se había ganado el afecto de los pueblos de estos dos estados, y especialmente el del primero, que se hallaban muy contentos con su gobierno. Es muy digna de atencion esta última circunstancia; y mereciendo por ella el duque ser imitado, no quiero pasarla en silencio.

Luego que se apoderó de la Romania, vió que habia estado manejada por una infinidad de principillos, que se habian empleado en robar a sus súbditos