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Y ANTI-MAQUIAVELO

en alguna cosa. Cada uno, pues, deberá portarse como el ballestero prudente, que, cuando advierte que el blanco a que dirije sus tiros, se halla demasiado distante, considera la fuerza de su arco y apunta mas alto que el blanco, con el objeto de llegar siquiera a tocarlo.

Paso ahora a decir que las dificultades mayores o menores que se esperimentan para mantenerse en un principado absolutamente nuevo, dependen mucho de las prendas personales del que lo ha adquirido; así como llegar a ser príncipe desde simple particular, supone antes, o mucha fortuna, o gran talento, y con uno de estos dos medios debe allanarse la mayor parte de las dificultades. Sin embargo, se ha visto tambien sostenerse mejor aquel que ha contado menos con su fortuna; y tampoco hay duda de que proporciona ventajas al principe que no tenía otros estados el venir a domiciliarse en aquel de que se ha hecho Soberano.

Si hemos de hablar de los que llegaron a ser príncipes por su valor o por su talento, deben citarse en primer lugar Moisés, Ciro, Rómulo, Teseo, etc.; pues, aunque parece al pronto que no debería hacerse mencion de Moisés, porque no fué mas que el ejecutor de las órdenes del cielo, merece, no obstante, nuestra admiracion, por haber sido escojido por Dios para manifestar su voluntad a los hombres.

Si examinamos con atencion la conducta de Ciro y de otros que adquirieron o fundaron reinos, la hallaremos digna de todo elojio; y se advertirá tambien que la direccion que siguió cada uno de ellos, no era diferente de la de Moises, aunque este tuvo tan grande maestro. Su vida y sus acciones probarán tambien que toda su fortuna consistió en presentárseles una ocasion favorable para introducir la forma de gobierno que parecía mas convenjente a sus nuevos estados, y en haberse sabido aprovechar de ella. Hubieran sido inútiles su valor y talento, si no se les hubiese presentado la ocasion de emplearlos, o si la hubieran malogrado por falta de las prendas personales correspondientes.

Era muy necesario, pues, que Moises encontrara a los israelitas esclavos en Ejipto, y aun oprimidos por los naturales de aquel país, para disponerlos a que le siguieran, por salir de esclavitud. Era necesario tambien que no encontrara Rómulo quien le criara en Alba, y que fuese abandonado desde su nacimiento, para que pudiese llegar a ser rey de Roma, fundando esta ciudad, que hizo patria suya. Ciro debió encontrar a los Persas mal contentos con el imperio de los Medos, y a los Medos afeminados por una larga paz. Ultimamente, Teseo no hubiera podido dar muestras de su valor a no haber hallado dispersos a los Atenienses. Estas ocasiones son las que proporcionaron a aquellos hombres ilustres el buen éxito de sus empresas, y de las que supo su talento aprovecharse para que hicieran célebre su patria y la engrandecieran.

Los que llegan al rango eminente de príncipes por medios semejantes a los de estos héroes, adquieren la soberanía superando arduas dificultades; pero la conservan tambien sin trabajo. Las dificultades que esperimentan, nacen en parte de las mudanzas que necesitan introducir para establecer su gobierno, y afianzar la seguridad de su dominio; como que nada es mas difícil, ni de éxito tan dudoso y arriesgado en la práctica como la introduccion de leyes nuevas. Aquel que la emprende tiene por enemigos a cuantos se hallaban bien con las leyes antiguas, y no puede contar sinó con aquellos a quienes las nuevas serían ventajosas: defensores débiles, cuya tibieza nace en parte del miedo de sus contrarios, a quienes asiste el poderoso influjo del antiguo órden de cosas, y en parte de la incredulidad de los hombres, que naturalmente desconfían de toda mudanza, mientras no la ha confirmado una larga esperiencia. De aquí se sigue que siempre que los enemigos del nuevo órden tienen ocasion de oponerse a él, forman partido, y los otros defienden el suyo con flojedad; de suerte que