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EL PRINCIPE

mos inclinar al pueblo a su partido por las razones que dejamos manifestadas. Y así cualquiera que acometa a los Turcos entienda que ha de encontrarles unidos, y mas bien ha de hacer la cuenta con sus propias fuerzas, que con la facilidad que le proporcionaría la division de ellos. Pero, una vez vencidos y derrotados sus ejércitos, en términos que no pudieran volver a reponerse, ya no habría que temer mas que a la familia del príncipe, estinguida la cual, no quedaría otra entre las demás del estado que tuviese crédito para con el pueblo; y del mismo modo que el vencedor nada podría esperar de ellas antes del combate, tampoco podría temer nada después de la victoria.

Todo lo contrario sucede en reinos gobernados como la Francia: en ellos se puede entrar fácilmente, una vez ganados algunos grandes, encontrándose siempre descontentos y personas que deseen una mudanza. Estos, pues, abrirán las puertas y facilitarán la conquista del estado; pero, queriendo luego conservarlo, se esperimentarán infinitas dificultades, tanto de parte de los conquistados, como de los que prestaron auxilio. No basta aquí estinguir la familia del príncipe, porque quedan despues los grandes del estado, que se hacen cabeza de partidos nuevos; y como ni es posible contentarles ni destruirles, fácilmente se pierde la conquista a la primera o mas mínima ocasion.

Ahora pues, considerando de qué naturaleza era el gobierno de Darío, le encontramos semejante al del Turco. Alejandro tuvo que acometerlo por todas partes hasta enseñorearse del territorio; pero, una vez vencido y muerto Dario, quedó el estado en poder del conquistador, sin que debiera temerse su pérdida por las razones que ya hemos apuntado. Con la misma tranquilidad lo hubieran poseido sus sucesores habiendo estado unidos, porque efectivamente no se vieron mas alborotos en este imperio que los que ellos mismos suscitaron.

No se espere una posesion tan quieta de estados gobernados como la Francia. Los frecuentes levantamientos de la España, de las Galias y de la Grecia contra los Romanos provenian todos del gran número de reyezuelos que había en estos paises. Mientras subsistieron semejantes señores, fue para los Romanos instable y peligrosa la posesion de este territorio; pero, una vez destruidos, y borrada hasta la memoria de su poder, fijaron los Romanos su dominio valiéndose de sus propias fuerzas, a medida que los naturales fueron acostumbrándose a su imperio.

Cuando los Romanos batallaban unos contra otros en aquellas provincias, cada partido, segun la autoridad que hubiera ejercido en ellas, podía contar fácilmente con su ausilio, porque, acabada la familia delos señores territoriales, no reconocían las mismas otro dominio que el de los Romanos. Reflexionando, pues, sobre todas estas diferencias, nadie se admirará de la facilidad con que Alejandro conservó los estados del Asia que conquistó, ni de las dificultades que esperimentaron otros conquistadores, como Pirro, en conservar sus conquistas: lo que no debe atribuirse a la buena o mala conducta del vencedor, sinó a la diferencia de gobierno de los dominios conquistados.


Exámen.

Para juzgar con acierto el carácter de las naciones, es necesario compararlas unas con otras. Pero Maquiavelo establece en este capítulo un paralelo entre los turcos y los franceses que está lejos de ser exacto; pues nada es mas antitético que los usos, costumbres y opiniones de estos dos pueblos. ¿El autor espone las razones que le inducen a considerar la conquista del imperio turco como difícil de hacer, pero fácil de conservar, al par que señala las causas que pueden facilitar la conquista de la Francia, y las que, dando origen a continuos desórdenes, amenazan sin cesar la seguridad de su soberano.