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EL PRINCIPE

todo formar una milicia nacional, que es la única buena, y en cuya fidelidad puede tenerse confianza; siendo de notar que, aun cuando cada soldado en particular sea bueno, llegarán a ser todavía mejores todos reunidos, viendo que el príncipe los lleva por sí mismo al combate, los honra y recompensa.

Siguese de aquí que es indispensable tener tropas sacadas del mismo pais, si se quiere que este no sea invadido por los estranjeros. La infantería suiza y la española son muy apreciables; pero ni la una ni la otra carecen de defectos que pueden evitarse en la formacion de la nuestra, y hacerla superior a ellas. Los españoles no pueden resistir el choque de los escuadrones, ni los suizos sostenerse al frente de una infantería tan valiente y obstinaba como la suya, sin volverle la espalda. En efecto, se ha visto y se verá mucho tiempo que las tropas de infantería española no pueden resistir el choque de la caballería francesa, y que a la infantería suiza puede arrollarla la infantería española. Si se dudara de este último supuesto, traería a la memoria la batalla de Rábena [1], en que la infantería española peleó con las tropas alemanas, que guardan en el combate el mismo orden que los suizos. Habiéndose arrojado los españoles con la impetuosidad que acostumbran, y abrigados con sus broqueles, en medio de las picas de los alemanes, fueron estos precisados a replegarse; y hubieran sido derrotados enteramente, a no haber caido sobre los españoles la caballería.

Trátese, pues, de formar una milicia que no tenga los defectos de la infantería suiza, ni los de la española, y que pueda sostenerse contra la caballería francesa: nada hay mas propio para que un príncipe nuevo ilustre su reino y adquiera una gran reputacion.

Es harto escelente para dejar perder la ocasion que se presenta, y ya es tiempo que la Italia vea quebrantadas sus cadenas. ¿Con qué demostraciones de gozo y de reconocimiento recibirían a su libertador estas desgraciadas provincias que jimen tanto tiempo ha bajo el yugo de una dominacion odiosa? ¿Qué ciudad le cerraría sus puertas, o qué pueblo sería tan ciego que rehusara obedecerle? ¿Qué rivales tendría que temer? ¿Habría un solo italiano que no corriera a rendirle homenaje? Todos se hallan ya cansados de la dominacion de estos bárbaros. Dígnese vuestra ilustre casa, fortalecida con todas las esperanzas que da la justicia de nuestra causa, formar una empresa tan noble, a fin de que recobre nuestra nacion bajo vuestras banderas su antiguo lustre, y sea tal que pueda cantar con mejores auspicios aquellos versos de Petrarca:

Virtú contro al furore

Prenderá l'arme, e fia il combatter corto,

Che l' antico valore

Negl' italici cuor non é ancor morto.


Exámen.


De las diversas clases de negociaciones y de las causas que pueden motivar justamente una declaracion de guerra.

Ya hemos visto en el curso de esta obra la falsedad de los argumentos que ha empleado Maquiavelo para fascinar al lector, disfrazando a los malvados con máscaras de grandes hombres. A arrancarles esta máscara se han

  1. Se dio el dia 11 de abril de 1542; y aunque en ella quedó victoriosa la Francia, tuvo que llorar la pérdida irreparable del vencedor, el malogrado jóven Gaston de Foix, sobrino de Luis XII. No contento con haberle cubierto de gloria delante de Rávena, de haber antes rechazado un ejército de suizos, y lanzado al papa de Bolonia, atravesando rápidamente cuatro rios, perseguía a un cuerpo de españoles que iba de retirada, cuando fue muerto.