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en las nubes y solamente puede reclutar sus parciales entre los descontentos. Tan pronto como revelas tus propósitos a uno de éstos, le das pie para que te abandone, porque denunciándote puede esperar presentes y recompensas. Como de un lado tiene segura la ganancia y de otro corre riesgos y peligros de muy distintas clases, hace falta que sea muy amigo tuyo aquel a quien te confías, o que sea enemigo personal del príncipe, para que conserve tu secreto.

En resumen: te diré que sobre el conjurado pesan el miedo, el recelo y el temor al castigo que le asusta, y que el príncipe puede apuntar en su beneficio gobierno, las leyes, los amigos y los funcionarios que le defienden. Añádase también la popularidad del príncipe, con lo que resulta muy temerario el conspirador. De ordinario el conspirador teme mientras urde sus tramas, pero tratándose de un príncipe así, es peor momento cuando se ha dado el golpe, porque corre el riesgo de que no le ayuden ni a refugiarse ni a salvarse.

Puedo citar muchos ejemplos, pero me conformaré con uno que nuestros padres presenciaron.

Aníbal Bentivoglio, abuelo del actual Aníbal, era príncipe de Bolonia cuando fué asesinado por los Canneschi que conspiraban contra él, quedando como sucesor suyo Juan Bentivoglio, que todavía estaba en mantillas. Cometido este asesinato, se sublevó Bolonia, matando a todos los Canneschi.

Cosa que ocurrió porque los Bentivoglio eran muy queridos y populares en Bolonia. Tan grande era