Página:El príncipe - Colección Universal Nro. 953 (1924).pdf/88

Esta página no ha sido corregida
86
 

la fuerza. Las leyes son propias de los hombres, pero la fuerza, de los animales. Muchas veces hay que acudir con la fuerza allí donde no basta la ley.

Los príncipes han de saber salir airosos de ambas clases de combate. Los escritores antiguos lo sabían muy bien y sabían decirlo por medio de una alegoría, afirmando que Aquiles y otros héroes de los tiempos primitivos fueron creados por el centauro Chirón, que los tenía en su guarda. Esta alegoría de un preceptor, hombre a medias y a medias bestia, quiere decir que el príncipe ha de ejercitar ambas naturalezas, porque no puede darse sola ninguna de ellas. Teniendo que emplear el príncipe los procedimientos de los animales, debe preferir los que usan el león y la zorra, porque el primero no sabe defenderse de las trampas y el segundo no sabe defenderse de los lobos. Hay que ser zorra para conocer las trampas y león para hacer escapar a los lobos. No comprenden bien sus intereses los que únicamente imitan al león.

Cuando le perjudique, el príncipe debe faltar a su promesa. Debe también faltar a ella cuando desaparecieren los motivos que le obligaron a prometer. Este precepto sería discutible si todos los hombres fueran buenos; pero como son malos y desleales contigo, no es justo que tú seas leal con ellos. Un príncipe encuentra siempre argumentos para disculparse en el incumplimiento de su fe jurada. De ello puedo presentar infinitos ejemplos en los tiempos que corren. Hasta puedo demostrar cuántos conciertos y tratados de paz han dejado