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dado de que le tachen de cruel, porque el ejército vive así más disciplinado y se dispone mejor a correr toda suerte de riesgos y de aventuras.

Entre las muchas cosas que de Aníbal se refieren, se cuenta que, siendo capitán de un formidable ejército, formado por gentes de todas las razas, no tuvo, ni aunque estuviese peleando en tierras extranjeras, asonadas ni motines entre sus soldados ni contra él, lo mismo en los días de victoria que en los de derrota. Parece ser que el motivo de tanta disciplina se debía a su inhumana crueldad, crueldad que, unida al valor de que gozaba, hacía que sus soldados le venerasen, y al mismo tiempo temblasen ante él. Si Aníbal no hubiera sido severo, sus demás condiciones no le hubieran servido para nada.

Escritores conozco de tan poco seso que admiran las hazañas de Aníbal al mismo tiempo que censuran su crueldad, cuando hay que afirmar que todo el valor del famoso general de Cartago se hubiera eclipsado sin su dureza de condición. Fijémonos en lo que le pasó a Escipión-capitán de grandes condiciones no sólo de los de su tiempo, sino de todos los tiempos que se conocen-, al cual se le sublevaron las tropas en España por la excesiva elemencia con que las trataba, concediendo a los soldados fueros y licencias que no se compaginaban bien con la disciplina militar. Fabio Máximo le censuró por ello en el Senado romano, llamándole corruptor de las milicias de Roma. Por eso una vez que los locrenses vejaron gravemente a uno