Página:El príncipe - Colección Universal Nro. 953 (1924).pdf/65

Esta página no ha sido corregida
63
 

sino los que yo apunto aquí. Y como los príncipes eran los pecadores, naturalísimo es que ellos hayan sufrido la penitencia.

Insistiré de nuevo en los inconvenientes de estas clases de tropas. Los generales mercenarios son excelentes o distan mucho de serlo. Si lo son, no cabe fiar en ellos, porque cuidarán de su engrandecimiento personal, oprimiendo al príncipe que sirven o a otros contra la voluntad del príncipe.

Si distan mucho de ser excelentes, lo normal es que arruinen al Estado porque lo sirven muy mal.

Si se replica que siempre hace esto todo el que tiene armas en la mano, sea o no necesario, me limitaré a contestar que las tropas se destinan a servir a un príncipe o servir a una república. Si sirven a un príncipe, cuidará éste de llevar personalmente el cargo de general. Si a una república, cuide ésta de nombrar general a uno de sus ciudadanos. Si el primero no demuestra valor, le substituirá con otro; pero si es buen general, procure sujetarle a las leyes ordinarias para que no se extralimite.

La historia nos dice que solamente los príncipes y las repúblicas armadas hacen grandes progresos, mientras las tropas mercenarias originan de continuo grandes disturbios. Mejor domina un ciudadano una república con ejércitos mercenarios que con ejércitos propios. Libres y con ejércitos propios vivieron durante mucho tiempo Roma y Esparta.

Los suizos, que gozan de gran libertad, no pueden estar mejor armados.