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costa del daño ajeno y que las del pueblo no suelen dañar a ninguno, ya que los propósitos del pueblo son más honrados que los de la nobleza, porque la nobleza encamina sus pasos a establecer la tiranía, y la finalidad del pueblo es extirparla donde la encuentra. El príncipe no puede nunca, además, estar muy seguro contra el pueblo porque son muchos lo que lo forman, y sí puede estar seguro contra los nobles, porque hay pocos nobles.

Lo peor que le puede acontecer a un príncipe que no quiera el pueblo es que el pueblo le abandone; mas de los nobles ha de precaverse el príncipe también, porque son de temer no solamente si le aislan, sino si le combaten, por la sencilla razón de que constituyen una casta más ilustrada y astuta, saben preparar las cosas para salvarse siempre y obtienen ventajas del que esperan que haya de salir vencedor.

Y no debe olvidar el príncipe que tiene siempre que vivir con el mismo pueblo, aunque no con la misma grandeza, porque puede todos los días hacer nobles y deshacerlos, darles elevada posición o quitársela, a medida de su gusto. Aclararé y ampliaré este particular sugiriendo que los nobles deben considerarse principalmente desde el punto de vista en virtud del cual su proceder demuestre o no completa adhesión al príncipe. Los amigos, si no son ladrones, deben ser respetados y protegidos.

Pero a los adversarios hay que dividirlos en dos Si son adversarios por timidez y flaqueza de carácter, sírvete de ellos, sobre todo si son bue905 gru