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Para conseguirlo no creo que haga falta gran fortuna ni verdadero genio, sino, ciertamente, una maravillosa astucia. Se alcanza, bien por el favor del pueblo, bien por el favor de los magnates, puesto que en todas las ciudades hay siempre dos tendencias que tienen su origen, ora en que el pueblo rechaza la opresión de los poderosos, ora en que los poderosos se proponen dominar al pueblo. Estas dos tendencias producen uno de estos tres resultados: el principado, la libertad o el libertinaje. El principado lo fundan el pueblo o la nobleza, según la ocasión de que disponga cada uno de estos dos bandos, pues si los magnates no puedeu domeñar al pueblo, acrecientan el prestigio de cualquiera de los suyos para que a su sombra puedan satisfacer mejor sus deseos de dominio. Y el pueblo, cuando advierte que no puede contra la nobleza y algún ciudadano logra sobresalir de entre los suyos, lo elige príncipe, para que con esta autoridad sepa defenderlo.

El que logra el principado con el auxilio de los nobles se mantiene en el poder con más dificultades de las que experimenta el que es príncipe por la voluntad popular, porque el primero está rodeado de nobles, todos los cuales se creen iguales a él, quitándole la libertad de acción y de mando. En cambio, el que llega a príncipe por el favor del pueblo se encuentra solo en el poder, y son muy raros o no es nadie los que no quieren obedecerle. Hay que tener en cuenta además que las aspiraciones de la nobleza se logran casi siempre a