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para que no se halle en sazón de repetirlas, pudiendo, sin ellas, congraciarse con los hombres y repartir sobre ellos todo linaje de beneficios. El que, tímidan ente, o por estar mal aconsejado, obre de otro modo, necesitará vivir continuamente con el cuchillo en la diestra, sin que pueda confiar para maldita la cosa en sus vasallos, toda vez que éstos, hechos a las continuas y recientes ofensas, no han de tener seguridad alguna en ese príncipe. Háganse de una vez todas las ofensas, que no hieren demasiado si no tornan a repetirse. En cuanto a los beneficios, es mucho más lógico hacerlos poco a poco, que hechos poco a poco se saborean mejor. El príncipe ha de procurar vivir con sus vasallos de tal modo que ningún acaecimiento próspero o adverso le haga cambiar de conducta. Hay que tener en cuenta que para obrar mal no hay coyuntura posible por mucho que busquemos esa coyuntura; mas si el cambio consiste en obrar bien, no aprovecha, porque juzgando las gentes que tal cambio es impuesto, no saben, er rigor, agradecerlo.

CAPÍTULO IX

DE LOS PRINCIPADOS CIVILES


Un ciudadano puede llegar a príncipe, sin maldad ni violencia algunas, por medio del favor y de la asistencia de sus conciudadanos. A este principado se le conoce por el nombre de principado civil.

El príncipe.
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