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gliani y a todos los principales señores de Fermo.

Terminado el festín y los entretenimientos anejos a esta clase de fiestas, Oliverotto disertó sobre un tema de gran trascendencia, discurriendo sobre la grandeza del Papa Alejandro, de su hijo César y de las empresas de ambos. Juan y los demás convidados respondían a sus argumentos, cuando Oliverotto se levantó de improviso para sugerir que semejante conversación era para sostenerse con más secreto y reserva, encaminándose acto seguido a otra estancia, seguido de Juan y de los otros huéspedes. Y así que tomaron éstos asiento, unos soldados que había ocultos en la pieza asesinaron a Juan y a los demás. En seguida montó Oliverotto en su caballo, corrió la ciudad y situó en su palacio al supremo magistrado de ella. Todos le obedecieron por miedo, organizó un gobierno e hizo su proclamación de príncipe. Como había hecho asesinar a todos cuantos podían estar disconfor mes con él y a cuantos podían levantar armas, aseguró su poder con nuevas leyes civiles y militares, y durante el año que actuó como príncipe no solamente vivió seguro en su ciudad de Ferm o, sino que consiguió hacerse respetar de todos sus vecinos. Y no le hubieran expulsado tal vez de Fermo, como no le expulsaron a Agatocles de Siracusa, si no se hubiera dejado engañar por César Borgia, cuando se apoderó de los Orsini y de los Vitelli en Sinigaglia, según hemos referido más atrás. En Sinigaglia, al año de cometido el parricidio, fué estrangulado al lado de