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poco tarde los Orsini que la alianza del duque y de la Iglesia les llevaría a la ruina, celebraron una junta en Magione del Perusino, de la cual resultaron el alzamiento de Urbino, los disturbios de la Romaña y un enjambre de peligros para el duque, que éste pudo domeñar con auxilio de los franceses. Libre de tales obstáculos, no quiso el duque Valentino fiarse de las tropas francesas ni de ninguna otra fuerza extraña, y para no arriesgar cosa alguna acudió a la astucia, disimulando de tal modo sus propósitos, que los Orsini se reconciliaron con él, por mediación de Pablo, a quien para ganarlo obsequió con toda clase de presentes, regalándole vestidos, dineros y caballos, siendo los demás tan torpes que acudieron a ponerse en sus manos en Sinigaglia. Acabando con estos cabecillas y trocados sus parciales en amigos y devotos del duque, afianzó éste su poder, teniendo toda la Romaña en el ducado de Urbino y procurándose la benevolencia de todos aquellos pueblos que gozaban la excelencia de ser bien gobernados. No pasaré en silencio esta particularidad, por ser digna de conocimiento y de meditación.

Cuando César Borgia se apoderó de la Romaña, estaba gobernada por un enjambre de pequeños príncipes, más atentos al robo de sus vasallos que a su gobierno; trató, pues, de desunirlos, no dejándoles vivir en paz. Así es que abundaban los latrocinios y estaban infectadas aquellas provincias de bandas de forajidos, que se entregaban a los mayores excesos. Juzgó, pues, necesario el duque es-