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que los italianos no entendíamos de achaques de guerra y le repliqué que, a su vez, los franceses no entendían de asuntos de Estado, ya que si hubieran entendido no hubieran tolerado que el Papa hubiera llegado a tal grado de grandeza. La experiencia nos confirma que Francia tuvo la culpa de que aumentase en Italia el poder de la Santa.

Sede y de España, cosa que, inevitablemente, precipitó su ruina. De aquí se desprende una regla general que o no falla nunca o falla muy rara vez, como es la de que quien ayuda a otro a engrandecerse trabaja en daño propio, porque el apoyo se presta o con la habilidad o con la fuerza, me ambos que infunden graves sospechas al que llega a ser fuerte y poderoso.

CAPÍTULO IV

POR QUÉ EL REINO DE DARÍO, CONQUISTADO POR
ALEJANDRO, NO SE REBELÓ A LA MUERTE DE ÉSTE
CONTRA SUS SUCESORES

Teniendo presentes las causas que impiden conservar una nación apenas conquistada, sorprenderá a muchos que el imperio de Asia, sometido en poco tiempo al poder de Alejandro Magno, y muerto éste a raíz de su conquista, no se alzase, como parecía natural al morirse el conquistador, sino que continuase bajo el cetro de los que le siguieron en el trono y sin más inconvenientes para ellos que los naturales que dependen de la ambición