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les hubiera sido entonces evitar la guerra; pero no quisieron evitarla, ni hicieron caso de la máxima tan en boga entre los sabios de nuestros días de que conviene ganar tiempo, sino que atendieron a los consejos del valor y de la prudencia, porque el tiempo todo lo oculta y con él llegan lo mismo las wish prosperidades que las malandanzas.

Pero volvamos a Francia para ver si hizo algo semejante a Roma. No hablemos de Carlos VIII, sino de Luis XII, porque fué mayor la dominación de éste que la de aquél en Italia y nos presta más ocasión para estudiar sus procedimientos. Y veréis cómo hizo lo contrario de lo que aconsejaban las circunstancias para conservar un Estado distinto del suyo.

Los venecianos, con su ambición, trajeron a Italia al rey Luis, porque valiéndose del monarca francés, deseaban adquirir la mitad de la Lombardía. No es que yo censure la entrada del monarca ni las resoluciones que adoptó. Con el anhelo de sentar sus plantas en Italia, y careciendo en ella de partidarios y de amigos, se vió obligado a echar mano de la amistad que se le ofrecía. De no haberse equivocado en lo demás, tengo para mí que su empresa hubiera logrado el éxito más completo.

Así que se ganó la Lombardía, pronto ganó el reino que Carlos había tontamente disipado. Al ceder los genoveses, hiciéronse amigos suyos el marqués de Mantua, el duque de Ferrara, los Bentivoglios de Bolonia y los señores de Faenza, Pésaro, Rímini, Camerino, Piombino, Luca, Pisa