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cambian los tiempos y las cosas es seguro que jamás variaría de fortuna.

El Papa Julio II procedió siempre impetuosamente, pero le salieron bien las cosas porque su carácter casaba y concertaba a maravilla con su época. Véase su primera empresa, lo que hizo en Bolonia, viviendo Juan Bentivoglio. La conquista de Bolonia desagradaba a Venecia; Francia y España discutían si era o no era el momento oportuno; pero Julio II, con su indomable energía, dirigió personalmente la operación guerrera, con lo que contuvo a Venecia por miedo y a España porque deseaba apoderarse de todo el reino de Nápoles.

Además logró el Papa Julio que le ayudara el monarca francés, el que, en vista de su resolución y deseoso de conservar su alianza para humillar a los venecianos, creyó que no podía negarle su apoyo sin inferirle una grave ofensa.

Así es que el Papa Julio realizó impetuosamente lo que ninguno otro Pontífice cargándose de prudencia hubiera conseguido, porque si hubiera esperado a que todo estuviese listo cuando salió de Roma, como hubiera hecho cualquier otro Papa, es seguro que fracasaría en el intento, porque el rey de Francia le hubiera dado mil excusas y los otros le hubieran puesto mil reparos.

No hablaré más de los actos de Julio II. Todos son por el estilo y todos tuvieron un éxito excelente, impidiéndole su corta vida conocer la circunstancia de la fortuna, pues si le tocan tiempos en que hubiera debido meditar serena y reflexiva-