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fiar recíprocamente. En otro caso, las consecuencias desagradables serán para los príncipes.

CAPÍTULO XXIII

CÓMO DEBE HUIRSE DE LOS ADULADORES


No quiero prescindir de un punto de gran importancia en el que suelen caer los príncipes cuando no son prudentes y no saben elegir bien. Hablo de los aduladores, que tanto abundan en las cortes, porque los hombres reciben gran contento si oyen alabanzas. De tal modo se engañan obrando de este modo, que no saben defenderse de esta peste, y cuando quieren defenderse de ella corren el peligro de ser despreciados. Cuando comprendas que nadie te ofende diciéndote la verdad huirás de las adulaciones. Sin embargo, tú crees que no se te respeta cuando debe decírsete la verdad. Así, el príncipe prudente adopta un término medio eligiendo en sus Estados hombres sabios que puedan decirle la verdad en aquello en que sean preguntados. Conviene, sin embargo, que en todo les consulte, y que oiga su opinión en todo, resolviendo luego lo que juzguen de más provecho. Y ha de portarse con estos consejeros de modo que todos comprendan lo mucho que agrádanle la libertad y la franqueza de sus consejos, salvo la crítica que se haga de los actos de gobierno, por tenacidad en la defensa de la propia opinión. Perderán los aduladores al que obre de otra manera, porque, aten