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nes, que pueden ser útiles en tiempos de paz, porque, si las fomentas, podrás gobernar mejor a tus súbditos. No me negarás, sin embargo, que son muy peligrosas en tiempos de guerra.

Aumenta la fama de los príncipes cuando saben vencer todos los obstáculos que les salen al paso.

Así es que la fortuna, si quiere acariciar a un príncipe nuevo, que necesita de más prestigio que un príncipe hereditario, le acaricia creándole enemigos y obligándole a luchar con ellos para que se vea en la precisión de derrotarlos, y llegar a los más altos peldaños del poder aprovechando las escaleras que sus mismos adversarios le obligan a utilizar. Cuando un príncipe prudente se procura enemigos para aumentar con ellos su grandeza y su poderío, aumenta en crédito ante la historia.

Los príncipes nuevos suelen encontrar más fidelidad y celo al comenzar su reinado con los que gozan fama de sospechosos que con los que están precedidos de la confianza de sus vasallos. Pandolfo Petrucci, príncipe de Siena, prefería para su gobierno a los sospechosos. Cosa muy expuesta es dar consejos en materia tan difícil y tan expuesta a error, porque todo varía con las circunstancias; solamente diré que los enemigos del príncipe, al empezar su reinado, si no pueden vivir sin su apoyo, los conquistará fácilmente, y que le servirán con tanta mayor lealtad cuanto mejor comprendan la necesidad de borrar con su conducta la desconfianza que inspiraron al principio. De ellos cará al principio mayor utilidad que de aquellos