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EL NIÑO DE NIEVE

 Los cuatro, tras el discurso,
silenciosos se miraron,
saliéndose de la estancia
mudos y tristes los cuatro.

——

 Otra vez en su azotea
rojos de llorar los párpados,
al aire deja Ned-Yuma
flotar su pañuelo blanco.
Aun no remontó la nave,
aun pueden sus ojos ávidos
distinguir sobre la popa
correspondiendo á su halago
tres bultos que hacia la tierra
parece que están mirando.
Los tres saludan unidos...
luego dos... avanza el barco,
y ya próximo á ocultarse
por la punta del Serrallo
de los tres bultos, saluda
uno tan sólo, ¡el más bajo!