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men comparativo de la forma de las obras del género cómico, piececitas correcta y chispeantemente versifi cadas del señor Gaspar, y de la forma de las últimas comedias que él mismo lia escrito en prosa. El señor Gaspar, en Don Ramón y el Señor Ra món, como en sus dos anteriores obras, se ha propues to encerrarse en los limites demasiado estrechos de la •escuela realista, planteando problemas sociales de tras cendencia, y ofreciendo á los ojos del público, cuadros •en que, si bien se descubre la verdad, rara vez se ad mira la verosimilitud, y pocas la belleza artística. Propónese el autor," al parecer, resolver el proble ma, no nuevo en el teatro, de la desaparición com pleta de las clases sociales, por.medio de la educación; pero el autor dramático no resuelve el problema , por • que nada absolutamente se desprende de la acción de la comedia,- y sí sólo de discursos harto prolongados y • con esceso repetidos, puestos en boca, va del caballero don Ramón , ya del tosco artesano señor Ramón , ya del brillantemente educado hijo del artesano, ya en los labios de la misma antigua tabernera , casera , amiga y vecina del hombre rudo que , al parecer , ha logrado un refinamiento en sus costumbres, poco verosímil si

se atiende á que la edad en que doña Aleja, que así se

llama, ha dejado el roce frecuente con los parroquia nos de su figón, no es la mas apropósito ya para que Ja segunda naturaleza ubre tan admirables portentos. Verdad es reconocida, que la educación es una se.gunda naturaleza, y si el autor se hubiera propuesto .sólo demostrar esta verdad, hubiera podido recordar Ja sencillez encantadora y el mágico atractivo con que la presenta, sin acudir á recursos estremos de sistemas anti-artísticos, el autor de la comedia El tio Pablo, ó la Educación. Pero si la educación es una segunda naturaleza, yo no admito que ésta tengai la primera tal horror, que pueda inspirar al hombre repugnancia á los lazos de -cariño y a los vínculos inquebrantables de familia : yo no puedo hallar verdad alguna en la actitud de Anto nio, el hijo del rudo cuanto honrado artesano, que permanece frió é inmóvil cuando le llama su padre, •con quien ha vivido siempre muy unido, y que se ol vida completamente de él cuando declarado de golpe y porrazo , y por convenio de los dos padres Ramo nes, hijo de don Ramón, el magistrado, siente satísfe•cho su orgullo y casi cumplidas sus altas aspiraciones sociales. Sólo el talento superior del señor Gaspar , puede salvar aquellas violentas é inverosímiles situaciones, -efecto raro del plan concertado por los dos padres , sin ■ejemplo seguramente en la vida de la familia. La prue ba iniciada en un momento de obcecación por el ma gistrado filósofo , resulta contraproducente , ó al me nos no produce el menor resultado para el problema ■que allí tratan de resolver, y sólo resulta el castigo de la •ciega tenacidad de ambos padres , que ven unidos los •corazones de sus hijos , después de haber destrozado ■en la prueba sus propios corazones. La señorita, hija de don Ramón , que para que hava ■comedía, se ha asustado con la noticia que ya sabia, de •que su novio, aunque abogado, era hijo de" un humil de artesano, y que después acepta a fortiori la pater nidad del mismo carpintero, se une en indisoluble lazo <:on Antonio, el de la segunda naturaleza, se dan los •dos testarudos padres mil satisfacciones, por las cosas que han pasado con motivo de la prueba, hija del pro blema social, y concluye eljóven abogado, supliendo la falta de relación entre el plan de la comedia y el problema en cuestión, con un discurso, como todos los que se escuchan de boca de los personajes, mas pro pios para una academia ó congreso, ó para las colum nas de un periódido, que para dicho en una obra dra mática, en que ála verdad de los afectos debe ir uni da la sencillez y naturalidad de la espresion. Los per sonajes de una comedia no deben nunca hablar como hablaría el autor en un libro de filosofía trascendental. Abundan, sin embargo, en la obra, rasgos felicísi mos de ingenio y pensamientos levantados, que ganaTÍan mucho si estuvieran espresados mas claramente. A pesar de los defectos de la obra, el autor se ha hecho aplaudir , y aplaudir con entusiasmo, y es que el ta lento de un escritor suele revelarse hasta en las defor midades de sus obras. Esperemos otras mas dignas del talento y brillante ingenio del jóven autor de Las Circunstancias. 3 marzo de 1869. E. Bustillo.

JOYAS Y ALHAJAS. DE LA JOYEHIA EN LOS SIGLOS XVIII T XIX. (CONTINUACION.) El lamentable negocio del collar en el reinado de Luis XVI, lijó la época de la declinación del lujo en diamantes que había sido el rasgo distintivo de los dos reinados anteriores. Las personas que poseían diaman tes, los usaban sólo en palacio. Negras y espantosas nubes iban apiñándose en el horizonte. La bochornosa distinción de un trage especial para las personas del

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tercer estado, tan imprudentemente propuesto por los rezos de los reinados de Luis XV y XVI , no hubieran consejeros de la corona , llenó de indignación á los armonizado bien con los atavíos de las Julias y Aspaofendidos, dió origen á los primeros ataques contra la sías modernas; así que la joyería y la bisutería, toma Asamblea, y fue severamente condenada por Mirabeau ron el carácter griego y romano, y las diademas , los en una carta á los constituyentes. El Tercer Estado, broches , sortijas , pendientes y agujas para el pelo , se suplantando en la supremacía á los nobles y al clero, modelaron según las antiguas, tales como se veian en se pasó violentamente á la estrema izquierda. Toda las estátuas y grabados. Las bellas del Directorio sacaron todo el partido po distinción , toda muestra esterior característica de las diferentes clases de la sociedad, fueron abolidas. La sible de las pocas joyas que les quedaron, y se efjrzaban nobleza, el clero, la magistratura y la alta banca, con en suplir la falta de valor con el tamaño y la profu fundieron sus tipos. Los niveladores, llevados del furor sión. Las que no disponían de joyas antiguas, las su de su doctrina, traspasaron todos los límites y procla plían con imitaciones. Estaban en gran boga los cama maron finalmente su omnipotencia, sometiendo al mo feos en collares, diademas, peines, agujas y en broches para sujetar las mangas á los hombros, á la griega, y narca á la humillación de ponerse el gorro frigio. A la invasión de tan rudas pasiones, desaparecieron no se usaba aderezo que no estuviera compuesto de el gusto y la elegancia; los adornos de corte de las antigüedades legítimas ó de imitación. En aquella señoras, se confundieron sin distinción, y el estilo do época se resucito la moda de las sortijas en los dedos minante, bastardo por falta de espontaneidad , se es de los pies, y para lucirlas se paseaban las clásicas da tancó en un amaneramiento ridículo, como buscando mas con sandalias por los jardines públicos. En la mesa de los modernos títulos de aquel tiempo, la uniforme sencillez á que se aspiraba. Algunas sor tijas y cajas de rapé ó para confites, adornadas de bri se introdujo otra costumbre singular, no resucitada, llantes, y el singular apéndice de dos relojes, uno á sino de nueva invención , y en armonía con los capri cada lado , con una enorme cadena colgando de cada chos de los autócratas republicanos. En los grandes uno de ellos hasta los muslos, eran poco mas ó menos banquetes era el colmo del refinamiento que aderezase las únicas alhajas con que se distinguían las bellas y la ensalada la dama mas hermosa entre las presentes, los elegantes del último período de aquel reinado. no con los utensilios usados comunmente para remo Pero aun estos débiles destellos del lujo, se estin- verla, sino con sus propios dedos. Así se hacía indis guieron totalmente en la tempestad revolucionaria que pensable que tales manos que habían de llamar la aten destruyó todo refinamiento de lujo , y resucitó los se ción general estuvisen cuajadas de joyas, y especial mente los dedos que debían sumergirse en la salsa. veros hábitos republicanos. Estas estravagancias se limitaban á los jefes de la Con la revolución, la riqueza, el lujo, la competen-N cia y la elegancia desaparecieron totalmente. Las per moda , pues no liabiendo tenido tiempo de difundirse sonas que poseían costosos ornamentos , tenian buen la riqueza todavía, las clases secundarias se contentaban cuidado de no sacarlos, puesto que hubieran arries con joyas de menos valor ó falsas. El año Vil de la gado nada menos que la vida. Las hebillas de plata república, la materia de que se componían los pocos en los zapatos, se tachaban de distinción aristocrática, diges q«e dejaban verse , era tan pobre como la mano y fueron reemplazadas por cintas. Los pocos diges de de obra: las cadenas de reloj, pendientes, medallones que se hacia uso, pasaban sólo á favor de ciertas for collares y broches de oro esmaltados de negro ó azul, mas y nombres adaptados al sangriento furor que do y los aderezos de azabache y de coral se componían de minaba al pueblo : los aretes solían figurar fasces, oro de baja ley , y eran de muy mal gusto. El lapislá triángulos, gorros, guillotinas, y se hacían de oro de zuli y las cornerinas estaban muy de moda. El año II se usaron con profusión los brazaletes , no diez o doce quilates solamente. Aun este bajo metal era demasiado subido para el precio de los asignados, y los como ahora, cada uno diferente, sino iguales, uno en joyeros llegaron á quedarse con los brazos cruzados. cada muñeca y otro en cada brazo. No eran sin embar El reinado del terror cesó al lin para ceder su pues go de gran -valor, pues en lo general consistían en va to al directorio. Del naufragio universal, la sociedad rias vueltas de sartas de coral. Las perlas hicieron su empezó á recoger los elementos dispersos, y se vieron reaparición durante el Consulado. Bajo el Imperio, el arte de la bisutería fue renaciendo aparecer nuevos grupos en la superficie. De un lado se veía á la juventud dorada compuesta de los restos so poco á poco, si bien continuó la manía por lojanüguo, brevivientes de la antigua aristocracia, ó de hijos de ó lo que por tal era tenido. Las fecundas creaciones del las familias mas elevadas de la clase media, y del otro arte de los asirios y etruscos, no eran todavía conoci la clase de los negociantes y contratistas del ejército, das, y aun tardaron mas en descubrirse los ornamen que á espensas del pobre soldado , y en medió de la tos egipcios y griegos. La clásica sencillez fue el furor penuria universal supieron acumular fortunas enormes. del día. Los brazaletes en forma de serpientes, las sor Pero sin embargo, hasta los espectáculos de diver tijas sencillas, las sartas de coral , los escarabeos y los sión llevaban todavía el sello de la sangrienta prueba camafeos, fueron considerados modestos y hermosos , y porque la nación habia pasado. Dos de los sitios de re- por espacio de cerca de quince años hubo de ellos una Creo de aquel tiempo, «El Baile de las Víclimas,» y gran demanda. Las perlas también reaparecieron en «El Concierto Feydeau,» adquirieron celebridad histó grandes parures. En la Restauración, y con la vuelta de antiguas fa rica, considerados como renacimiento del lujo, y como centros de la sociedad aristocrática relativamente. Para milias , salieron de nuevo á luz en la córte los pocos ser admitido en «El Baile de las Víctimas,» era me diamantes salvados del naufragio de la revolución. nester que el candidato ó su introductor, probasen su Aquellos vestigios del siglo precedente, producían en parentesco con alguna de las víctimas de la guillotina. tre las señoras un contraste parecido al que ofrecían Además de este lúgubre título, eran de rigor los trages los antiguos gentil-hombres de la córte de Luis XVI, á de luto,- y llevar el cabello á la víctima, esto es, corta quienes llamaban los volatineros ; con los hombres del do al rape de la nuca como lo exigia para su comodidad 1 imperio, designados con el injurioso nombre de briel verdugo. Pero el luto se fue poco á poco aliviando, ' gantes del Loire. La dama, orgullosamente adornada hasta dar entrada á los colores vivos, y muy luego se con un aderezo del tiempo de Luis XVI , miraba los prendidos griegos y romanos de sus ^contemporáneas dejaron ver algunos diamantes de montura antigua. El salón de conciertos de la calle de Feydeau, era con un desden sólo comparable al que mostrara un especialmente el punto de reunión de los empleados general de la Santa Cruzada por las charreteras de los del gobierno, los procuradores y jugadores de bolsa. modernos imperialistas. Las novelas de Walter Scott, no sólo hicieron una No se excluía á ninguno , y hasta en la clase exclusiva de que se componía el Baile de las Víctimas, se admi revolución en la literatura, sino también en las modas, tía á la aristocracia moderna del dinero. Allí el lujo y así se vió difundirse por todas las clases la pasión tomó una dirección nueva, surgiendo de orígenes di por los castillos, trages , muebles y joyas tan elegante y minuciosamente descritos por el escritor escocés ; de versos y de educación dudosa. Bajo la influencia del director Barras, y á su impul manera que la Edad Media vino á suplantar el dominio so, el renacimiento del lujo tomó un vuelo tan atre del gusto griego y romano. En bisutería no se veía vido, que casi tocó el límite de las saturnales. El go otra cosa que solitarios, cadenas, bolsas, etc., etc. Esta bierno republicano habia impreso á las costumbres, á moda dió entrada á las piedras de color, y el restable las artes y á las modas , si no el sello clásico de los cimiento de las comunicaciones mercantiles, además, griegos y romanos , cierto timbre al menos , que era favoreció la importación de los topacios, amatistas, be una especie de caricatura de los antiguos. Los direc rilos y cristales amarillos , que aunque de bajo precio, tores, los miembros de la Asamblea y los Quinientos, eran montados con gran aparato en grandes aderezos. La Francia estaba tan pobre de diamantes en aque se ataviaban con los gorros griegos y los mantos roma nos; sus sillas tenian la forma de las sillas cumies , y lla época, que el regalo de boda que el duque de Berry hasta los ugieres se difrazaban de lictores romanos con ofreció á su novia la princesa napolitana , era de dia mantes de imitación de Estrás, y cuando el comercio sus fasces en la mano. Las mujeres no se quedaban atrás en aquel movi de París quiso hacer un presente de diamantes por va miento retrospectivo. Los vestidos , chales y zapatos, lor de 2.000,000 de reales al duque de Wellington, fue fueron reemplazados por las túnicas, los mantos y los menester pedirlos prestados á la Corona. Bajo la dinastía de Orleans, con el fin de sacar el borceguíes. Los diamantes y las piedras preciosas, real zaban el lustre de los nuevos trages. Pocos eran, sin mayor partido posible de los escasos diamantes que embargo, y se componían generalmente de los despojos les quedaron , para que pudiesen competir con los de antiguas y nobles familias, vendidos para reivindi grandes aderezos de pedrería de colores que estaban car el patrimonio de sus antecesores , ó para comprar en uso, se arreglaron en forma de ramilletes, engar el regreso á Francia de algún pariente emigrado, ó tal zando los diamantes en plata, y recargándolos de este metal al rededor con el objeto de aumentar su efecto vez para procurarse la subsistencia mas precisa. La montura de las escasas piedras preciosas que se y abultar sus dimensiones. Actualmente, aunque el gusto de la Edad Media no veian, mostraba una completa trasformacion. Los ade