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I'or fortuna eJ médico , á quien con sultamos, ora Mu hombre cuya ilustra ción había consagrado algún tiempo al estudio del magnetismo, y muy luego me comprendió, explicando perfecta mente el fenómeno y la expontaneidad ' de su aparición , por el estado nervioso de la enfermita. Todas las noches de. aquellos siete dias siguientes logré magnetizar á la ni ña; pero no volvió á recobrarla lucidez, por grandes esfuerzos que hice para ha cerla entrar en sonambulismo. Unicamente en la última noche, an terior á la anunciada crisis habló algu nos minutos; mas sus ideas tomaron otro .giro, próximo al éxtasis. Su alma se elevó á las regiones etéreas ; contem plaba á la sociedad , compadeciendo los feroces instintos del hombre , cuya civi lización no había podido humanizarle hasta suprimir el esterminío de sus se mejantes con la guerra, el cadálso, el asesinato... Viendo aquel eslravío del objeto qui nos interesaba, que era' su enfermedad, desperté á Anita. Sabido es que muchos sonámbulos en perfecta lucidez pierden esa facultad inesperadamente, sin qui se consiga la recobren más. La crisis se verificó, punto por punió como la había anunciado la niña. 1.1 mé dico, ya más interesado ante la apari ción del fenómeno, nos hizo" cumplir rigorosamente las prescripciones de la hermosa sonámbula para su [curación. Triunfamos , no sin arrostrar los mayo res peligros. Hoy cuenta Anita algunos años más; es una interesante jóven , encanto y de licia de sus padres: con ellos divide el sincero afecto que me consagran desde aquel suceso inolvidable. Perdió con la dolencia la lucidez ; pero sus hermosos ojos magnetizan y atormentan á muchos pollos que la idolatran. Yo me convertí á una profunda fié en el poder de ese fluido, estendido por toda la naturaleza, y que tan útiles descubri mientos ha realizado para la curación de muchas enfermedades. Es un arma Íioderosa en manos de un hábil médico. ¡I charlatanismo, sin embargo, perju dica mucho al desarrollo de este impor tante ramo de las ciencias físicas. C. Brünet.

VISTA INTERIOR DEL ESTA BLLCIMIF.M O DE PISCICLXTUIA DE IRPUNGUE. —APARATO DE INCUBACION.

GEROGLIFIGO SOLUCION DEL ANTERIOR. El alma es vaporable y se pierde en el paraíso como el sonido de una música.

común do hierros y acero. Abre en efecto un campo inmenso al desarrollo de la industria ferrera en todos los distritos donde la mala calidad de los minerales ó la ha imposibilitado del todo ó la ha tenido reducida á exi guas preparaciones , y está por tanto llamado con su carácter universal ¡i dar un gran impulso al progreso de todas las naciones. ¡- F. y V.

CONVERSION DE UN INCREDULO. (CONCLUSION ) —Sí, amigo mió : una crisis violentísima que me con ducirá á las puertas del sepulcro... ¡Oh, que horror! ■— Necesito y exijo que te tranquilices.—Dije impe riosamente.—Respóndeme. —Sí, sí ; yo quiero tranquilizarme. —¿Ves bien? ¿Necesitas mas Huido? Quiero que con serves tu lucidez algunos momentos. —La conservo. No le enojes, tú. que eres tan bueno, y me amas como un padre. —Hablemos de esa crisis. ¿Cuándo sobrevendrá? —¡Ah! ¡Dios mío! De hoy en siete días, por conse cuencia de un fuerte dolor de cabeza. ■— ¿Y no podemos evitar ese dolor de cabe/a? —Imposible. —Desígname el tratamiento y los remedios para com batir la crisis. Con suma tranquilidad, con minuciosa precisión me (lió cuenta detallada del curso del accidente; de las in dicaciones que había que llenar; de la oposición que. presentaría el medico al us i de algunos fuertes antiespasmódicos;dela forma y momentos de administrárselos.

Calló y se puso pálida, masque en su estado ordinario... Comprendí lo solemne de aquel momento , y procu rando inspirarle una confianza que me esforcé en con servar , le pregunté: —Dime, Anita : ¿No es verdad , que siguiendo vigo rosamente tus indicaciones triunfaremos al fin? Temblábamos , como azogados. Dos lágrimas se des prendieron de sus cerrados párpados y deslizándose suaves por aquel hermoso pálido rostro, se consumie ron al calor de la liebre... — ¡Ah! No lo sé. No veo más. Tengo mucho miedo, amigo querido... ¡Tan joven , y abandonar la yida! —Vamos , vamos. No seas inocente. Olvida eso; quiero que te tranquilices. —Mucho lo necesito. Déjame descansar unos mo mentos. Ambos callamos. Algunos minutos después habló: —¡Ah! Siento un bienestar muy grande. Me hace mucho bien el fluido magnético. Quiero que lo repitas todos los días. —Serás complacida ; pero necesito que cuando des piertes no te acuerdes de nada ; absolutamente de nada. ¿Entiendes? —Sí, amigo mió; y te obedeceré.— ¡ Ay! Viene mamá en este momento. Volví la cabeza, y en efecto; la pobre Luisa, cuyo sueño no podia ser muy profundo, apercibida desde su no lejana alcoba del ligero murmullo de nuestra conversación, venia envuelta en un abrigo á averiguar lo que sucedía. La niña despertó al entrar su madre. Yo tuve cui La.solucion de éste en el próximumimeri'. dado de ocultarla lo sucedido; y después de conven cerse del buen estado de su hermosa hija, volvió á su lecho, dándola un beso. ABELARDO üeIÍARLOS, EDITOR. AI siguiente día referí á mis amigos cnanto me ha ADMINISTRACION, CALLE DE BAILEN, KüM, 4. —MADR.D, bía sucedido aquella noche con su hija. Su asjmbni IMPRENTA HE GASPAR Y R01C. superaba á su incredulidad.