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Cabecera de El Museo Universal

NUM. 6.º

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MADRID 7 DE FEBRERO DE 1869.

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AÑO XIII


REVISTA DE LA SEMANA.

B

élgica lamenta la pérdida

del jóven principe heredero del trono. El fallecimiento del príncipe real ha causado gran sensación en las naciones de Europa, puesto que si el soberano reinante ó su hermano dejasen de tener sucesor varón, podrían verse los belgas en no remoto período, precisados á pedir un nuevo rey en todas las casas reales del continente. Cierto que existiendo la familia Coburgo, no sería para ellos cuestión tan embarazosa como lo es actualmente para los españoles, y sólo podrían temer que fuesen absorvidos en los dominios de un vecino poderoso. Sin embargo, todo esto puede preverse con tiempo. El gran peligro de la independencia del Bélgica, son las disensiones profundas que existen entre el clero, mas fanático, si cabe, que en la misma Irlanda, y el partido liberal, que le opone no menos vigorosa resistencia. En esta parte españoles y belgas están en situación idéntica, y espuestos, si no hay la suficiente cordura, á una guerra intestina que hiciese necesaria la intervención estranjera.

El libro amarillo que da a conocer á la Asamblea francesa los hechos que al emperador conviene que se sepan respecto á su política esterior, viene este año han desprovisto de interés, que la única transacción importante que contiene, se refiere á los preliminares de la Conferencia. Acerca de la ocupación del territorio Pontificio por las tropas francesas, ha habido frecuentes comunicaciones entre Italia y Francia, y según aparece por un despacho del general Menabrea, con fecha 19 de enero 1868, el emperador reconoció la necesidad de sacar la cuestión romana de la precaria, confusa y peligrosa situación en que se halla colocada. El punto de la dificultad para entenderse ambos gobiernos, es que Italia promete impedir la invasión del territorio rumano, cuando vea armadas las huestes garibaldinas; mientras que Napoleón pretende que se cure el rey en salud, y establezca una especie de inquisición ó policía secreta que ande atisbando dónde se almacena pólvora, dónde se reúnen armas, y donde soldados y voluntarios. Si asi siguen, tarde o nunca llegarán á entenderse.

Ya se ha celebrado por primera vez recepción de embajada chinesca en el salón Luis XIV de las Tullerías.

El representante del celeste imperio, por medio de su intérprete Mr. Burfingame, suplicó al emperador que la Francia acogiese á China como á una hermana, puesto que ya habia abjurado de sus añejas preocupaciones, depuesto su antigua gazmoñería, y resuelto entrar buenamente á la parte con las demás naciones en el goce de los beneficios y provechos de la civilización. Acto continuo el intérprete entregó al empera dor la credencial, que se dice ser de nada menos que seis pies de largo, al desdoblar la cual no podemos menos de ver cierta semejanza entre Mr. Burlingame y Leporello al enseñar á doña Elvira la lista delle belle ch'ama il padrón suo. Ahora bien, sí el emperador de los celestiales tiene sed de franquicias europeas y beneficios de la civilización, deber es del gobierno francés acabar con ciertos abusos é intolerancia respecto á la emisión del pensamiento, no sea que los chinos lo canten de plano á su señor y vea éste el mal recado que hizo en mandar aprendices á esa escuela.

Dúdase de la terminación satisfactoria de la cuestión greco-turca, merced á la grande escitacion del pueblo heleno. En cambio el pueblo inglés se prepara con calma á abordar en la próxima reunión del Parlamento una gran cuestión que viene sobrenadando y agitando por largo tiempo la corriente de su política. La cuestión de Irlanda á que aludimos ha sido traida al debate en diferentes periodos y en todos interrumpida por graves y extraños accidentes: en 1778, por una guerra en el exterior y una guerra civil en casa; en 1792, por la revolución francesa: en 1801, fue resuelta á medias por Mr. Pitt, y en 1829, dejada á medio acabar por Roberto Peel y el duque de Wellington. Si alguna misión importante y definida tiene el ministerio liberal que hoy dirige los negocios públicos de Inglaterra, es la de dar cima á la verdadera unión del malamente llamado Reino-Unido de la Gran Bretaña, porque en vano es que se considere á Irlanda como una de las naciones que diplomática y geológicamente lo componen, si no hay común sentimiento de lealtad y no se funda la unión sobre cimientos de sabiduría y de justicia. Ahora ó tal vez nunca ha de quedar resuelta la cuestión religiosa, y cualquier obstáculo que surgiese, ya en los miembros de la Cámara popular, ya en la de los pares, probaria, que el despotismo sufrido por los irlandeses, no se apoya en altas consideraciones políticas ni razones elevadísimas de Estado, sino en mezquinas preocupaciones y temores pueriles del pueblo inglés.

Las noticias de nuestras Antillas, según los últimos partes del general Dulce, deben disminuir en mucho la ansiedad de los que miran con interés la suerte de nuestras provincias de Ultramar, que ciertamente son todos los buenos y verdaderos españoles.

Los sucesos de diverso carácter en nuestra Península apenas se dan tiempo unos á otros, y no bastaría todo el espacio de nuestro Museo para reseñarlos, estando sobre todo en boga las manifestaciones, y como asunto mas al dia el que se refiere bajo diversas fases á la cuestión religiosa.

El postrer dia de enero hubo en los Campos Elíseos una gran reunión libre cultista que presidió el señor Orense, y á la cual asistieron muchas señoras, y se pronunciaron elocuentes discursos por conocidos oradores populares, entre ellos el señor Castelar. La reunión formada después en columna de ocho ciudadanos en fondo paseó las calles principales de Madrid, é hizo alto en el ministerio de la Guerra, en donde los jefes conferenciaron con dos de los señores ministros. Casi al mismo tiempo tenia lugar en el Campo del Sepulcro, de Zaragoza, una manifestación de los partidos monárquico-democrático y republicano para protestar contra los sucesos de Búrgos y proclamar la libertad religiosa. Esta libertad existe ya de hecho en España puesto que vemos celebrarse ya el servicio divino en templos protestantes. En efecto, el pasado domingo asistió gran número de personas á la capilla