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»No hemos tenido el gusto de verle torear aquí, pues cayó enfermo el mismo dia 29, en que debía estrenarse.»

En efecto para el 20 de noviembre estaba anunciada la corrida en que debía trabajar por primera vez en el Nuevo Mundo el celebrado maestro; mas cuando aquella estaba apunto de comenzarse, corrió la voz de (pie no podía trabajar por bailarse enfermo, cuya enfermedad se agravó y le llevó al sepulcro en breves días. La sensación producida en los toreros ha sido profunda, porque veían en él un maestro y un padrino.

Los que se hallan en Madrid han resuelto que en todas las primeras corridas que se celebren este año en España, vistan de luto las cuadrillas en homenaje al gran diestro. Séale la tierra ligera.

FRANCISCO ARJONA GIILLEN (CÚCHARES).


MEJICO. (CONTINUACION.)

El espectáculo de los toros no tiene verdaderamente atractivo, si no es la primera vez que se le ve. Entonces se goza del brillante aparato de la plaza.

La alameda es un bello parque situado en el centro de Méjico: sombras de árboles, flores que espontáneamente brotan, aguardiente y una fontana bastante notable , hacen de este sitio un paseo agradabilísimo, pero casi únicamente destinado al usa de los niños y gente pacífica. Allí se ve al hombre estudioso con su li bro en la mano; á la costurera que aguarda á su novio, y á veces á alguna que otra señora.

El paseo de las cadenas que se estiende al pie de la catedral sólo es frecuentado por las noches, en las que la sociedad se reúne al resplandor de la luna tan espléndida en estos climas. Las señoras van muy compuestas cubriéndose la cabeza con el clial para protegerse del fresco de h noche. Las bellas hacen aquí alguno.- prisioneros y los caballeros algunas conquistas. El pueblo de Méjico se compone de mestizos de todos colorea y de algunos indios, que suministran al comercio los sirvientes de ambos sexos, los cargadores y los aguadores. En los arrabales hormiguean mujeres y niños derrotados, que viven en miserables moradas. Es tos seres ofrecen el aspecto de una población enfermiza por el mal aire, el mal alimento y peores costumbres. Los frailes y los padres son muy queridos de los léperos. Se tratan de padres á hijos, y éstos habitan casi todos casas llama das de vecindad, pertenecientes al clero ó á las corporaciones re ligiosas. El uno es siempre deu dor del otro; y asi es, que los p idres pueden con toda segurid ni recorrer los campos. Rara vez f>s desbalijan y sólo algún desalm ido se atreve á pedirles la bols i ó la villa. Pero sigamos con los monu mentos de la ciudad y sus cer canías. El mas importante sin duda es la catedral, que forma el lado Norte de la plaza de armas, co mo el palacio el Esle, la diputa ción el Sur, y el pórtico de las Ihmas el Oeste. Comenzada bajo el reinado de