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Cabecera de El Museo Universal

NUM. 1.º

Precio de la suscricion.—Madrid: por números sueltos a 2 rs.; tres meses 22 rs.; seis meses 42 rs.; un año 80 rs.

MADRID 15 DE ENERO DE 1857.

Provincias.—Tres meses 28 rs.; seis meses 50 rs.; un año 96 rs.— Cuba , Puerto Rico y Extranjero, un año 7 pesos.—América y Asia, 10 a 15 pesos.

AÑO I


A

la invención de la imprenta, uno de los mas fecundos entre todos los descubrimientos humanos, debe la humanidad el haber emprendido una marcha mas desembarazada, descartándose de añejas tradiciones y conquistando de progreso en progreso su presente estado de cultura. En vano se trata de desnaturalizar las ventajas de la civilización: la verdad, como flor púdica y delicadísima, tarda en desprenderse de la hojarasca de prevenciones y errores que la ofuscan; pero llega al fin el momento en que abriendo su corola a los rayos del sol, se penetra de su vivífico fuego y trasmite sus resplandores.

Sin embargo, esta germinación, como lenta, necesita de poderosos auxiliares. Los talentos profundos, las almas entusiastas, los corazones generosos, los hombres todos de buena voluntad, llevan sucesivamente el tributo de su inteligencia y de sus tareas á esa grande obra de universal organización, acaso al través de caídas funestas ó de crueles desengaños, pero siempre obedeciendo al impulso irresistible de la ley del progreso humano.

Mucho espacio queda todavía por recorrer; desgraciadamente el interés, la pasión, la ignorancia, las preocupaciones, atajan los mejores esfuerzos; y de aquí una lucha fiera y terrible, que acarreando conflictos sin cuento, retrasa indefinidamente la hora que marcó la Providencia para el triunfo de la razón y de la justicia, de la verdad y de la moral.

Hágase, empero, lo que se quiera, esta hora ha de llegar. El hombre tiene una misión: la humanidad avanza sin tregua. Tal es la ley de las cosas, ley constante, ineludible, porque la estableció aquel que rige y gobierna el universo, que dijo al mar: estos serán tus limites, y que formó al hombre a su imagen y semejanza para que le conociera y comprendiera, mereciendo la felicidad.

Los hombres para ayudarse se hermanan, y hermanados se comprenden, y comprendiéndose se comunican entre sí su esperíencia, sus observaciones, conocimientos y descubrimientos. Por la acción y la palabra trasúntense el ejemplo y la enseñanza, y gracias al invento de Guttemberg, estas comunicaciones establecidas, no ya de individuo á individuo, sino de pueblo á pueblo en todo el mundo, hacen de todas las naciones una gran familia de hermanos, facilitando de un modo asombroso la resolución de ese gran problema por la que se trabaja hace mas de sesenta siglos.

Nosotros, humildes bisóños de este ejército formidable, vamos á descender á la gran palestra con decisión, á pagar nuestra parte de tributo, y cooperar en cuanto permitan nuestros débiles alientos á la general ilustración. Cada cual en su esfera, por insignificante que su trabajo parezca, puede, obrando con ingenuidad, ver coronados sus esfuerzos, tal vez con mayor éxito del que osara prometerse.

En este concepto inauguramos hoy un periódico artístico-científico-literario y de universal actualidad. Bajo un aspecto parecerá mucho, y bajo otro tal vez se precie en poco. A la verdad debajo de nuestro lema, cabe todo. ¿Quién puede negar el influjo inmenso que las publicaciones de esta clase han ejercido y pueden todavía ejercer sobre las masas? Pero se han abusado tanto de las publicaciones llamadas literarias y pintorescas, que (lo sospechamos) muchos mirarán nuestra empresa con desden, figurándosela á lo sumo cual otra inútil piedra lanzada á esa sima sin fondo en que tantas se hundieron sin dejar rastro ni resultado. A estos recelos daremos anticipada satisfacción.

Cualquiera que dirija la vista al mapa, en el confin occidental de Europa observará un gran cuadrado desprendido casi del resto del continente, envuelto en aguas por todas partes, cual si estuviera pronto á abandonar la masa de sierras que le unen al continente para lanzarse en pos dé atrevidas empresas ó de prodigiosas aventuras. Sobre esa tierra que los antiguos denominaron Península Ibérica, y que los modernos llamamos España, hanse visto cruzar razas y pueblos que, realizando la aparente tendencia del suelo, independientes y aislados, han acometido las mas asombrosas aventuras, distinguiéndose siempre por su índole, por su genio, por su carácter, por sus bríos, por sus glorias y por su historia. Aquí el Egipcio y el Celta, el Cartaginés y el Fenicio, el Griego y el Romano, el Vándalo y el Godo, el Árabe y el Judío se han sucedido y situado, hasta formar un pueblo complejo, que participa de todas sus naturalezas, siendo á la vez Asiático, Africano y Europeo; y como si esto no bastara, él mismo ha ido á buscarse un nuevo mundo mas dilatado para enriquecer con el fecundísimo elemento americano su naturaleza, ya por tantos conceptos exuberante y característica.

No menos distinto por su fisonomía, de quiera que sigamos sus pisadas, en el país ó en el estranjero, hallaremos siempre deslindado el tipo genuino con rasgos tan marcados, que es imposible desconocerlos ni confundirlos. Costumbres, industria, artes, instituciones, literatura, todo es esencialmente español, típico, á la vez impregnado de la riqueza asiática, de la vaguedad del Norte, de la molicie africana, de la cultura de Oriente, de la belleza y energía meridional.

No bien la Europa comienza á entrar en la carrera de la civilización, la Hesperia, hija de Hércules, símbolo dé la fuerza, hereda las tradiciones mas antiguas, recibe en su seno el depósito de la ilustración mas aventajada, hasta el punto de que escilando la codicia y quizá la envidia del Cartaginés y del Romano, lidia con ellos hasta rivalizar y sobreponérseles en merecimientos y en heroísmo.