Página:El libro de los cuentos.djvu/89

Esta página ha sido corregida
EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 89


en aceptar su ayuda; pero si hubiera sabido que era V. M., hubiera querido morir primero que consentirlo.

— Alza del suelo, buen amigo, dijo D. Alonso, y sabe que los reyes solo se distinguen de los demás hombres en la mayor obligación que tienen de favorecerlos y de serles útiles, y ojalá que, como á ti, pudiese socorrer en sus necesidades á todos aquellos que Dios encomendó á mi cuidado.

— Estamos, señor, dijo el labrador, tan poco acostumbrados á oir ese lenguaje, que nos cuesta trabajo el comprenderlo. Poco es lo que yo puedo hacer en pago de tanta bondad, pero esté seguro V. M. de que será público este rasgo de su amor al pueblo, y si mis deseos no me engañan, pronto el pais conocerá á V. M., y la Campaniatoda se declarará á su favor.

En efecto, así aconteció, y este solo suceso, mas que las armas, lo hizo dueño de toda la provincia en muy poco tiempo.

Y hé aquí que un favor tan pequeño, como levantar un asno, tuvo por premio un reino (es histórico), siendo el instrumento de un resultado tan brillante la sola gratitud de un labrador de mas ó menos talento.


El pantalón único.

El cesante N. tenia solo un pantalón, que habia dado á la lavandera, quedándose en la cama.

— Necesito salir de casa, decia el buen hombre mirando sus calcetines, y de buena gana iria por el pantalón. Pero, ¡qué diantre! para ir por él necesitaba tenerlo.


La duración del placer.

Un alemán, que ha estudiado treinta años sobre esta idea, dá las contestaciones siguientes:

— ¡Oh! tú que amas el placer puro, lee: