— El señor vendía una carga de leña; yo la he comprado, y es el caso que en ella había un gallo. Para averiguar si solo es mía la leña, ó si lo son la leña y el gallo, debe haber un pleito.
Respondió el labrador:
— El señor ha comprado la carga y en ella estaba el gallo; por consiguiente, tiene razón, son suyos lo uno y lo otro, y no hay pleito. Y es claro que por cuatro reales que vale el gallo, me gano los diez duros de la apuesta, y hago ver al mismo tiempo que á veces sabe mas un labrador que un escribano.
Examinaban dos niños un cuadro de la creación, en que Adam y Eva estaban pintados desnudos." La niña, mas curiosa, como niña ai fin, preguntó á su hermanito:
— Ricardo, ¿cuál délos dos es el marido?
— Qué preguntas tienes, tonta, ¿pues cómo he de conocerlo sí no están vestidos?
Dos estudiantes, que habían sido condiscípulos en una universidad, y que hacia muchos años no se habían visto, se encontraron en una calle por casualidad.
— ¡Hola, Perico! ¿cómo te va? dijo el uno.
— Muy bien, Antonio; me casé después que concluimos la carrera.
— Buena noticia.
— No muy buena, porque era una mujer perversa.
— Mala noticia.
— No muy mala, porque me trajo de dote cuatro mil duros.
— Buena noticia.