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EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 81


cuentro, y dando un bofetón mayúsculo al enamorado caballero, le dice:

— Dele V. el beso á mi burra si tanta prisa tiene, pues le aseguro que llegará antes que yo.


Un buen remedio á falta de azotes.

Dieron los muchachos de un pueblo en la manía de correr é insultar á un pobre hombre llamándole borracho y... etc. Debia ser astuto y de energía, porque pensando en aquella situación ridicula y penosa, formó el propósito de salir de ella á toda costa, y lo consiguió.

Al efecto recogió abundantes monedas de á cuarto, salió á la calle, se fué derecho á buscar los muchachos, y les dijo:

— Mirad, hermosos; lo que me estáis diciendo me dá un gusto que ya, ya; y así, á todos los que queráis repetírmelo muchas veces gritando tras de mí, les daré un cuarto; y diciendo y haciendo se llenó las manos, y los principió á repartir.

Los muchachos aquel dia creyeron volverse locos, y la mitad se quedaron roncos. Al dia siguiente la misma distribución y los mismos gritos; al tercero igual.

Al dia cuarto salió á la calle á buscar los muchachos y les dijo:

— Vamos, hoy no tengo cuartos, pero sois tan buenos que me fiareis y seguiréis gritando lo mismo.

— ¡Ah! eso no, contestaron los muchachos.

— ¿Piensa V. que somos tan bobos? dijo uno; si no hay cuartos no hay gritos.


El reparto del hambre.

Un marido, que no ganaba para mantener á su mujer y á sus hijos, tenia la manía de criar perros, hasta el estremo de que, teniendo ya seis en casa,