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76 — BIBLIOTECA DE LA RISA.


— ¡Pardiez! dijo el amigo, que si mi consejo sigues, lo primero que debes hacer es cambiar el título.

— ¿Y por qué?

— Porque la pepitoria, según yo entiendo, lleva pies y cabeza, y tu libro no tiene ni uno ni otro.


La purga pintada.

Un caballero, por vengarse de un amigo de quien creia haber recibido una ofensa, tomó su retrato, y lo colocó en un lugar que por común ao se nombra.

Cuando dijeron al otro el sitio en que su imagen estaba colocada, contestó riendo:

— No es tonto el médico que se lo ha aconsejado.

— ¿Por qué? le preguntaron sus amigos.

— Porque á la vista de mi retrato podrá hacer ahora de miedo, solo y con facilidad, lo que antes no podia hacer sin ayuda.


Uno es uno y otro es otro.

Suplicando Perilo á Alejandro que le ayudase á componer el dote de su hija, mandó que le entregaran cincuenta talentos.

— Me basta con diez, señor, le dijo aquel hombre sorprendido.

— Basta para Pirilo, le replicó, pero no para Alejandro.


El carro de paja y el hombre.

Viajaba un caballero en dirección de Madrid, dando espuela á su caballo, porque era tarde, y temía llegar cuando estuviesen cerradas las puertas.

En el camino encontró un paisano que salia de la corte, y deseando saber á qué atenerse sobre este particular, le preguntó: