— ¡Pardiez! dijo el amigo, que si mi consejo sigues, lo primero que debes hacer es cambiar el título.
— ¿Y por qué?
— Porque la pepitoria, según yo entiendo, lleva pies y cabeza, y tu libro no tiene ni uno ni otro.
Un caballero, por vengarse de un amigo de quien creia haber recibido una ofensa, tomó su retrato, y lo colocó en un lugar que por común ao se nombra.
Cuando dijeron al otro el sitio en que su imagen estaba colocada, contestó riendo:
— No es tonto el médico que se lo ha aconsejado.
— ¿Por qué? le preguntaron sus amigos.
— Porque á la vista de mi retrato podrá hacer ahora de miedo, solo y con facilidad, lo que antes no podia hacer sin ayuda.
Suplicando Perilo á Alejandro que le ayudase á componer el dote de su hija, mandó que le entregaran cincuenta talentos.
— Me basta con diez, señor, le dijo aquel hombre sorprendido.
— Basta para Pirilo, le replicó, pero no para Alejandro.
Viajaba un caballero en dirección de Madrid, dando espuela á su caballo, porque era tarde, y temía llegar cuando estuviesen cerradas las puertas.
En el camino encontró un paisano que salia de la corte, y deseando saber á qué atenerse sobre este particular, le preguntó: