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EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 7

De los hombres eminentes recogeremos aquellas deliciosas simplicidades que brotan á las veces de su genio, como brotan las espinas al lado de las rosas, pero que no pueden menos de despertar en los labios la mas halagadora sonrisa.

De los sabios al uso recogeremos aquellas asombrosas incoherencias, aquellos absurdos magistrales que nos hacen llorar de placer.

De los profundos pensadores, aquellas distracciones sorprendentes, que son siempre madre de las estrepitosas carcajadas.

Y recogeremos, por fin, de todos, aquellas inconcebibles estupideces que provocan la risa convulsiva.

Tal vez pintaremos alelados y estúpidos á los hombres de genio sorprendidos con las réplicas ingeniosas de los hombres del pueblo. ¿Y por qué no?

Todo lo que conduzca á la risa, todo lo que la provoque, queda sujeto á nuestra jurisdiccion. Lo que haga llorar os lo cedemos generosamente. Son nuestros los hombres y las cosas en cuanto podamos apoderarnos de ellos por el lado risible.

Por un favor especial de la Divina Providencia nosotros no somos sabios, y respetaremos por consiguiente todo lo que sea grande, todo lo que sea sublime, todo lo que sea santo. La religión, la sociedad, la familia.

En lo demás el mundo es nuestro, y queremos reirnos del mundo porque hace el loco.


PRÓLOGO PROLONGADO.


Y hé aquí que la fama, vestida de prospectos, ha tomado un asiento en la silla-correo para visitar los pueblos de España, y han principiado á llover sobre nosotros pedidos de Risa con tan exagerado apetito de idem, que no parece sino que los españoles carecen de este género desde los tiempos de Felipe V.