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EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 61

y latinas, y no lo hacia de sánscritas, porque era antes de haberse inventado esta lengua.

El superior, queriendo concederle la licencia, pero dándole al mismo tiempo una lección, tomó un pliego de papel, lo abrió y escribió en el centro esta palabra latina:

I.

En la erudicion de nuestro religioso debia haber mucho de apariencia, porque abrió el pliego, miró la i y se quedó alelado como pudiera un paleto.

Un compañero suyo llegó entonces, vio la i, y dijo:

— Que sea enhorabuena.

— ¡Cómo! si no me contesta.

— ¿Estás loco? no hace falta en la carta del superior ni media letra mas. — /, imperativo del verbo eo, significa marcha ó vé; ¿para qué otras digresiones?

El primer fraile pasaba por un grande hombre, y el segundo por un hombre vulgar. Fiaos ahora en las reputaciones.


El lenguaje de las peces.

En un convento de las márgenes del Ebro, mientras comian en su refectorio los padres de la Merced, en la parte baja del salón, y en el sitio que ocupaban media docena de alegres novicios, se levantó una algazara y un ruido, que vino á turbar la paz y el silencio con que solia la comunidad portarse en aquel acto.

Era el caso, que el plato principal de la comida se componía de peces fritos, y estos hablan sido distribuidos con tal orden, atendiendo á la gerarquía de los manducantes, que mientras al padre comendador se le habia puesto uno, que no cabia en el plato, á los pobres novicios, siempre siguiendo el orden descendente, se les hablan servido otros,