— De ninguna manera puede ser eso, y yo no la he de tomar.
— Sepa, padre mio, dijo el tunante, que he intentado devolvérsela á su dueño, y no la quiere.
— Entonces es otra cosa; y si ello es así, se la puede quedar.
Cuando el padre subió á la celda, fué á mirar su reloj, y no hallándolo, dijo:
— En efecto, la persona robada no lo ha querido tomar. ¡No era mal pillo!
Una conocida literata envió al doctor N. un manuscrito, y con él un billete que decia:
«Remito á la censura de V. el adjunto poema; me urge saber su opinión, porque estoy inspirada, y puede decirse que, para cambiar, si es necesario, la forma, tengo las tenazas en el fuego.»
El doctor contestó:
— Mi opinion, señora, es que ponga V. el poema en donde tiene las tenazas.
— Yo le doy á V. treinta años, decia á la hermosa Sofía un amante despreciado.
— A fé mia que hace V. bien, respondió la joven, porque si V. no me los dá, yo por mi parte no los tengo.
Un caballero compró un tonel de vino generoso, y convencido de que su criado era uno de los mas aventajados adoradores de Baco, cerró herméticamente el tonel, lo lacró, y lo selló.
Pero el criado, que en esto de estraer vino de la vasija agena podia dar lecciones al Lazarillo de Tormes, barrenó el tonel por la parte inferior, sacó