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40 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

al cielo, contó y recontó estrellas, y dijo á sus hermanos:

— ¿Cuántos dias hace que nuestro padre ha muerto?

— Ocho.

— Pues somos muy desgraciados; nuestro pobre padre no está en el cielo.

— ¡Dios mio! ¡Dios mio! ¿Pero en qué te fundas?

— Os lo voy á decir: es muy claro que si estuviese en el cielo se habria comido en ocho dias una ó dos cabras cuando menos, y por desgracia están completas las siete cabrillas sin que falte una sola. Miradlas.

— Es verdad.


El arzobispo jóven.

Acusaban á un arzobispo de ser demasiado jóven para tan alta dignidad.

— Ese es un defecto, contestó el prudente prelado, de que me iré enmendando cada dia.


La botica vestida de novia.

Se casaba un jóven de talento con la viuda de un boticario. Esta, mujer de dudosa hermosura, para restaurar y rejuvenecer su rostro el dia de la boda se puso en él la mitad de la botica, dando blancura á su frente, color de rosa á sus mejillas, de rubí á sus labios, de azabache á sus cejas y de ébano á sus cabellos, de suerte que, mirada á cierta distancia, parecía una bellísima pintura que se movia.

Cuando llegado el momento solemne, el cura dijo al novio:

— ¿Quiere V. á doña fulana de tal por esposa, etc., etc.?

— No, señor, no la quiero, respondió el jóven.

— Entonces, repuso el cura enojado, ¿por qué ha dicho V. antes que sí, y por qué ha permitido que