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308 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

Que cobró luego salud.

Del mismo doctor la suegra
Enfermó á los pocos dias
Y le negó la asistencia,
Diciendo: — A mi madre, es claro,
Que si algo la puso buena
No fué lo que receté,
Sino el hallarla dispuesta
De la fé que en mí tenia
Con que gané fama eterna;

Pero en mi señora, es cierto
Que iria en falso mi ciencia,
Porque en su yerno jamás
Tuvo fé ninguna suegra.


El chocolate ayudado.

El doctor N. visita á la condesa X. , enferma de aprensión, que lo tiene completamente cansado con sus impertinencias. No sabiendo ayer qué propinarle para curar una enfermedad que no tiene, dispuso que se desayune con un vaso de agua, que tome chocolate después y beba inmediatamente otro vaso de agua.

Esta mañana ha sido llamado precipitadamente y ha encontrado á la condesa lívida y con las facciones desencajadas.

— Señora, qué es eso? ha dicho el médico alarmado al observar el terror de aquella fisonomía generalmente dulce y tranquila.

— ¡Ah, doctor! hemos equivocado la medicina y estoy perdida; voy á morir.

— Pero ¿qué medicina. Dios mió, es la que se ha equivocado.?

— Cuál ha de ser, la del chocolate, que en vez de tomarlo entre dos vasos de agua, lo he tomado como siempre, bebiendo agua solamente después.

— Señora, ha dicho el médico conteniendo apenas la risa, cálmese V.: el descuido ha sido de mucha,