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298 — BIBLIOTECA DE LA RISA.

esta casa, que solo me ha dejado subir cuando le he cedido la mitad del valor; y yo, queme precio de honrado y hombre de bien, no quiero cobrar nada délo que tan justamente le pertenece; y ruego á V. S. que la otra mitad se le pague á él, como es justo, sin descuento ninguno.

Los espectadores de aquella escena reían á carcajadas; el marqués dijo:

— Yo le aseguro á V., buen hombre, que llevará sus cincuenta cabales sin perderse uno solo.

Inmediatamente hicieron subir al portero, lo desnudaron y le aplicaron sobre la carne viva cincuenta palos de á folio, es decir, no eran palos, eran vergajazos de tal marca que lo dejaron medio muerto.

— Buen hombre, dijo entonces el marqués al labrador; es de tal entidad el favor que V. acaba de prestarme, que le suplico honre mi casa y mi mesa comiendo hoy conmigo y teniéndose por convidado para igual dia de todos los años. Y para que no lo eche V. en olvido con tanta facilidad, le señalo sobre mis rentas una pensión anual de 50 duros, que servirán para V. de postre en la comida del dia de mi santo.

— Bien, dijeron sus amigos estrechando la mano del marqués.


La carta de un ahorcado.

Un albeitar joven, que por un asesinato estaba en capilla para ser ahorcado al dia siguiente, quiso enternecer á su esposa con la relación de su muerte, y le escribió la siguiente carta:

«Querida Celedonia: me alegraré que al recibo de estas cortas líneas te encuentres con la perfecta salud que yo para mi deseo; yo bueno, á Dios gracias, para lo que quieras mandar, que lo haré con mucho gusto y fina voluntad. Sabrás que ayer, martes, he sido ahorcado, entre una y dos de la tarde, en la plaza principal de esta ciudad. He hecho