Que hay ladrones de seda, no de estopa.
Llenar, no enriquecer, quiero la tripa:
Lo caro trueco á lo que bien me sepa:
Somos Píramo y Tisbe yo y mi pipa.
Mas descansa quien mira que quien trepa:
Regüeldo yo cuando el dichoso hipa,
El asido á fortuna, yo á la cepa.
Una señora joven, enamorada y hermosa, encontró á su marido en conversación íntima con otra, y lo mató. Fué luego presa y conducida á la presencia de Felipe IV, que quiso conocer de aquel asunto ruidoso.
— ¿Niegas el hecho? le dijo el rey.
— Señor, no.
— ¿Qué disculpa das?
— Ninguna.
— ¿Cómo has tenido valor para matarlo?
— Señor, lo amaba mucho.
— Vuelve á tu casa, le dijo el rey dulcemente.
— Señor, si he cometido un delito, no debo huir del castigo.
— Si tenias tanto amor, dijo el rey, debia por necesidad faltarte la razón. Vete, yo te perdono.
73 — ¿Quiénes son los hombres á los que no pueden tomar medida de botas los zapateros?
74 — ¿Quiénes son los que tienen el cabello mas lejos de la nariz?
75 — ¿Cuántas leguas hay desde la tierra á la luna?
76 — ¿Cuándo entran los perros en las iglesias?
Una mujer casada, cuyo marido estaba ausente