El provinciano volvió á examinar la tienda sin desconcertarse, y dijo:
— Buen despacho ha tenido V. , pues ha quedado sola la suya por vender.
Macheta, mujer anciana, litigaba un dia y defendía ella misma su pleito ante Filipo, rey de Macedonia.
Este príncipe, que se levantaba de la mesa soñoliento, nada habia oido; de suerte que, cansado de su locuacidad la condenó injustamente.
Oyó Macheta la sentencia, y sin alterarse ni descomponerse, dijo en alta voz:
— Apelo.
— Y ¿á quien? le preguntó Filipo.
— Apelo de Filipo, que acaba de comer y está dormido, á Filipo, en ayunas y despierto.
— Admito ese recurso, dijo Filipo, porque tienes razón.
Iba de noche un ciego por la plaza con una luz y un cántaro de vino.
— Vaya una ocurrencia, le dijo un amigo; ¿para qué quieres la luz si nada vés?
— La quiero para que los locos como tú no tropiecen con mi cántaro y me lo hagan pedazos.
Mejor me sabe en un cantón la sopa,
Y el tinto con la mosca y la zurrapa,
Que al rico que se engulle todo el mapa
Muchos años de vino en ancha copa.
Bendita fué de Dios la poca ropa,
Que no carga los hombros, y los tapa:
Mas quiero menos sastre que mas capa;