Página:El libro de los cuentos.djvu/291

Esta página ha sido corregida
EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 291

— ¿Qué manda V. ?

— Hijo, que se me ha ido el sermón.

— Pues á fé, señor, dijo el sacristán, que no sé por dónde, porque no hay abierto ni siquiera un agujero por donde pueda salir una mosca.


El hombre infusorio.

Una tarde de verano,
Vestido con ricas galas,
Caballero iba un enano
Sobre una hormiga con alas.

Vuela, Pegaso, le dijo,
Y traspon el horizonte.
Pues soy yo, que te dirijo
El nuevo Belerofonte.


Los enemigos del alma.

Diéronle calabazas á un estudiante que se fué á ordenar, y volviendo á comparecer delante del señor obispo en las siguientes órdenes, le preguntó el religioso examinador:

— ¿Cuántos son los enemigos del alma?

— Cinco; respondió con cierto aire de satisfacción, y como picado de la afrenta pasada.

Adrnirado el obispo de que no contestase bien á una pregunta tan sencilla, le dijo:

— ¿Cuáles son?

El ordenado respondió con presteza:

— Mundo, demonio y carne, su ilustrísima y ese fraile.

Les cayó tan en gracia esta contestación, que fué aprobado.


La mujer de Sócrates.

Después de haber sufrido Sócrates un dia por largo rato el mal humor y las injurias de su mujer