aturdido por la observrcion del labriego, pero de todos modos una encantadora joven nunca viene mal á un estudiante.
Ello es que ahora, compadecida de mi por los muchos palos y peca cebada que me dabas, me ha vuelto otra vez á mi antiguo ser.
— ¿Y esa encantadora que así dispoue de los burros ágenos te ha dejado el importe del mío?
— No, porque ha querido que lo perdieses en justo castigo de los muchos palos que me dabas. Conque suéltame, dame de cenar, y aprende a ser mas compasivo hasta con los animales.
— Grande chasco ha sido este, dijo el labrador; pero á bien que tengo veinte duros para comprar otro.
El estudiante cenó y se m.archo a la lena.
— Amigos mios, dijo á los suyos, veinte duros trae el paleto para comprar otro burro; sacad vosotros este y vendédselo; yo me esconderé para que no me vea.
En electo, los estudiantes le salen al encuentro.
— Buen hombre, le dicen ¿quiere V. comprar este burro?.
— ¡Virgen Santísima! esclama al mirarlo, santiguándose y haciéndose cruces. ¡Ah! ¡burro, burro! ¿de esas tenemos? quien no te conozca te compre, que yo bien sé que eres estudiante.
A un corcobado preguntóle uno :
— ¿De dónde eres, corcobado?
— De las espaldas, contestó.
65— ¿Cómo podremos conseguir que vayan detrás de nosotros las mujeres hermosas?
66— ¿Qué es indispensable para que un hombre coma segunda vez en un dia?