Página:El libro de los cuentos.djvu/239

Esta página ha sido corregida
EL LIBRO DE LOS CUENTOS. — 239

Hízolo así; vino el dueño, y admirado, dijo:

— ¿Qué hacéis, señor?

— Pagar la pena de mi fealdad.


¿Quién hallará la mujer fuerte?

Preguntó un hombre á Arístipo ¿qué especie de mujer tomaría?

— No lo sé, respondió; porque si es hermosa, te venderá; si fea, te disgustará; si pobre, te arruinará, y si rica, te dominará.

Con que así, escógela tú.


Mujeres heroicas.

Tenia Conrado III sitiada estrechamente una plaza del duque de Baviera, y hallándose los cercados, después de haber hecho una valerosa defensa, en el último estremo, faltos de municiones y bastimentos, rogaron las mujeres al emperador que les permitiese salir libres con solo lo que cada una pudiese llevar en los hombros. Convino el clemente César, movido de las lágrimas femeniles, que tanto conmueven los corazones generosos, pero estando muy lejos de pensar el intento de aquellas valerosas matronas.

Logrado el indulto, arrojaron y despreciaron todas sus galas y sus joyas, sus intereses y sus riquezas, y fueron saliendo por las puertas de la ciudad llevando cada una sobre sí, á su marido las casadas, y á sus padres ó hermanos las solteras.

Causóle al emperador tanto placer y regocijo el discreto engaño, que no solo perdonó las vidas á los moradores, sino que les concedió todos sus bienes y todas sus franquicias.


El novicio jugador.

Era un novicio tahúr,
Pero tan poco devoto,